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- 554- de pocos. Fué toda su vida uu favorecido por Ja fortuna y llegó al apogeo de la gloria. Hasta para morir tuvo de su mano la dicha: pues murió des– pués de haber asombrado al mundo en los conciertos del Trocade· ro en París, de haber do.do á Espana gloria inmor tal en los do Z:~ragoza, y de haber recibido de su pueblo, el 12 de Julio, el home– naje de carillo que más nmciba. El 11 de este mes se despedía de su violín; y, la única obra que tocó, como tocar pudieran los ángeles, acompafüi.do por 11\ gran Berta. Marx, fué el adagio ::mblime de la 16 sonnta de l\loz:wt •No puedo mAs-, exclamó, y guardó para siempre el precia'.lo tesoro. Al atardecer del 17 se acostó, obligado por los Sres. Goldsch– midt y Feruández Bordas, para no levantarse mí1s. • Aún puedo• fueron acaso sus últimas palabras; y movfn, cris– padamente los dedos do la mano izquierda., como si quisiera apo– ynrlos sobre el mástil de su stradival'ius, á Ja par que exclamaba: •¡Cómo se engafian! me dicen que me he de curnr: si, mi c ur11<ción es como la venida del Mesl11.s de los judíos, que nunca llega.• Horas después se aceleraba su fin de modo alarmante t11n rá– pido é inesperado, que sólo dió tiempo á que recibiera este homb1·e inmortal los últimos Sacramentos, que le administró el párroco do San Carlos. Sobre la. mesa de E:Studio del que poi· más de medio siglo paseó el n:nnbre de Espalia tl'iunfolmente y dió tantos días de gloria á su pafs nativo, se leían, pasados los primeros instantes de estupor, las siguientes palabras de tanto duelo pa1·a todos: •M. Sarasate est mort á 8 h. 1/4 le Dimanche soir 20 Septem– bre 1908. Dr. Blazy.• El mundo entero se !!obrecogió de espanto y dolor tll sabe1· la noticia. Centenares de telegramas que por espacio de cuatro dlas llegaban A •Villa Navan:v , y á Pamplona, eran eco pálido de tanta pena. La linda residencia del ilustre muer to causaba miedo. Todo cuanto antes me habl11. parecido alegre, risuefio, se convirtió ante mis ojos en sombrío, en lúgubre, imposible de explicar; pasé los dlas en un aturdimiento y ansiedad increíbles. A! llegar frente Ala casa del que nunca debió morirse, después de un viu.je que me pareció una eteroidttd, anhelando recibir su úl– timo suspiro, un frío glacial heló mi sangre; mi misma respirnción me molestaba; me pa.recfa un crimen el cruz1u· aquel florido jardín, testigo, pocos dlas ha, de tantos momentos de felicidad. Después ¿qué he de decirte? Dejo á tu corazón, él responderá por ml. Pamplona rindió ya el último tributo. El pueblo que de modo tan grandioso supo expresar en vida to– do su amor en el dia imborrable del 12 de Julio, ha respondido de modo sublime á la nobleza de sus sentimientos, A los impulsos de su corazón, al recibir los restos mor tales de su Hijo predilecto. No podla menos de amArsele.... .. Tu sentido ofrecimiento no ha de olvidarse, que Pamplona per·
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