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-552- las suyas; mas rarn vez accedió ú mis ruegos. ¡No podía más! ¡Estaba herido de muerte! ¡Le fatigaba moverse de su asi~nto; el calor aquel le axfisiaba...! Por eso quienes uo Je conocían juzga· ban ser altivez de carácter Jo que era consecuenciti de su estado. ¡Cómo fanatizó a l público de Zaragoza! No he de repetirlo ¡Qué portentoso estuvo á pesar de sus sufrimientos! De noche, en Zaragoza, yo le o!, sollozaba, daba voces de angustia, le faltaba. aire en sus pulmones. En Pa.mplona, al despedirse de nosotros, en el lrn,yecto basta la estación el día 1-! de Julio, después de los famosos conciertos, me dijo estas palabras que no olvidaré nunca; •No saben ustedes cómo estaba yo el 26 deJunio; nadie lo creerla; como que Jos médicos me prohibier on el venir á tocar por San Fermin, á lo que contesté: •Vivo ó muerto, yo voy á mi pueblo, yo me per tenezco á Pamplo– na, no puedo faltar; si caigo alli enfermo, mejor; así habré dado menos molestia á mis paisanos, pues yo quiero reposar para siem– p1~ á su lado, en mi ciudad querida; allá \'oy, sea Jo que Dios quiera•. Hube de darle palabras de consuelo y de esperanza que agra– deció en extremo. Ya en Biarrit:t, hablábamos Villa, Sobrino y yo de Jo wal que encontrarnos á Sarasa.te y de In urgente necesidad de un reposo absoluto por un tiempo indefinido. Su in timo amigo y secretario el Sr. Goldscbmidt, apenado de ver asi á Sarasate, contestaba á todas las agencias, á todas las empresas del mundo, á los admira– dores que ·anhelaban oirle este oto!io, con frases de desconsuelo; no daba esperanzas de poder complacerles. •Qué malo me encontraré yo, - me decía el 26 de Agosto- que desde que por San Fermin, el dia de la entrega de la Cruz de Al– fonso XIT, que fué para mi el acto más grandioso y de emoción de mi vida, no be vuelto á tocar ; ni siquiera be tenido valor para po– uer dos cuerdas de mi violín, i<ue ayer, al visitar mi sfradivai·ius favorito, vi que estaban rotas... . sabiendo lo que desmerece el ins– trumento en tales condiciones.• El 28 bajó su violin al saló11de estudio: lo contempló breves ~nomentos. No tuvo valor para cogerlo en sus manos. Al dit\ siguiente hizo Jo propio; mas ya este dia en •Villa Nava– rra• se oyeron puras, diáfanas, vibrar las C'uerdas beridn,s por el eminente maestro. Unos delicados arpegios siguieron á la mate– mática afin ación No Je oi más. Volvió el violín mister ioso á su dulce sueño. Una de las tardes abrasadoras, la del 30 de Agosto, estático, la mirada en el vacío, empañados sus ojos de lágrimas, el corazón dolorido, embriagado por la pena, le olmos Mr. Otto y yo excla– mar: • ¡Qné hermoso debe ser legará Ja posteridad un nombre in– maculado, morir eu la plenitud de las facultades, dejar un recuer– do perdurable, que sea como el resmeún de laapoteósisdel a.r tista.. Yo quisiera morir así; antes que venga el ocaso de mi vida.. . !• No pudo continuar más: el cosquilleo mor tific:ante de las pier nas y los calambres, que no le dejaban momento de sosiego, le hicieron le– vantarse de su asiento; y fingiendo que acariciaba su perrito, lan– zó una piedra al rompiente de una ola.

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