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-551- plazo de su hermosa vida; de l:\ im·encible mortal condición de su dolenc;a; y sin embargo, naéla exije ,\ los Galenos, n i ala1·ma á sus séres más queridos; ni le falta la sonrisa en los labios, ni vacila en rechazar los cons~jos de descanso; antes bien, con entereza espartana, arrollando toda resistencia, viene íl. su pueblo, donde le espernn las molestias del viaje y del domici– lio ageno; el trabajo de los ensayos; la calentura nen 1 iosa; y los cumplidos y agasajos molestos en su estado <le ánimo. Y después de resistir y \'enceren Pamplona, n1elve á sn resi– dencia veraniega y prosigne la lucha, {\ In par que toman cuer– po sus presentimientos; pero rehuye en absoluto la molestia agcna y reserva íntegn1 pan1 sí mismo, para él solo, la amargt~ copi\ de su convicción, Mas .no hago bien en anticipar juicios ni comentarios, ~ie el lector ntento se 11'l de hacer á sí mismo; no debo ya diferir un instante la inserción del interesantísimo documento que cli- M ~ . «Mi querido Manuel: Tu carta que acabo de l'(ICibir, me ha illl· presionado en lo más íntimo de mi alma. Llevo ya tantos dtas de sufrir, que las lágrimas no asom:-tn ya á. mis ojos. Al tener notic:a el domingo, día 20, del quebrantado esta· do de salud de Sarasate, noticia que ~fr. Otto Goldschmidt me d<\· bacon la mayN· reserva por deseo expreso de Surasatc, t¡ue no querla sufriera nadie por él, y suponla la enorme emoción que ha– brla de causar su grave enfermedad, me pase en camino. Por los pel'iódicos locales que te envio, te enterarás de todo; mas algo pue– do afü\C.lir que te sera interesante, sobro fodo en confirmación ele Jos presentimientos que acompaüaban !\. nuestro querido paisano. A fin de Agosto, on su CllSa de •Villt\ Navarra• me decía: •Na– die silbe cómo yo estoy. Basta los 60 anos he sido el hombre más hterte: nada me ha hecho daflo; mas desde esa. fecha soy una rui– na. De todo be de privarme y mi 'l'ida es un tormento. No duermo, no sosiego, pues los nervios, y sobre todo eso de no poder respirc.r, de ahogarme dur1\nte el tiempo destinado ni suello y tener que le– vantarme un sin fin du veces cada-noche, es horrible.• En su viaje á. Zaragoza pudimos, los que le ar.ompaüamos en aquel paseo triunfal hácia la inmortal ciudad, comprender todo el valor de su allmi; pL1cs ~l sacrificio era enorme, increíble; lo hac!a por amor á Espal1t\ y el nombre de su patria era para Sarasato el de una madre idolatro.da . En el trayecto nquol-llnes de Ma-yo-el paso por las estaciones fué una ovación dolirauto. Todo el mundo se disputaba la dicha de estrechar su mano, de contemplarle de cerca. Mas ¡cuántos vieron defraudadas sus esperanzas! ¡Cuántos sufrieron el amargo des<;?n· gano de uo poder ver un segundo tan siquiera aquella noble cn.beza l Yo le rogaba saliera ñ. la puertl\ del vagón á recibir las mira– das de los que so consideraban felices tan sólo por recoger una de

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