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- 546- nervios y por otro las moscas y los orfconistasjaponeses-mosqui– tos-no me dejan cerrnr ojos. Que todo sea por Dios. Un abrazo del suyo. Pablo Sa1·asate.• El día 6 de Septiembre se celtbró otra 6esta íntima , aun– que sin música; se sentaron á. la mesa con el anfitrión, la fami– lia Goldschmidt, el matrimonio Borda!I, el Sr. Arbós y otros. Don Pablo tan solo se quejó del culor sofocante que en reali– dad se dejaba sentir. Hubiera querido este estrenar en aquel día una obra que venfo componiendo la insigne pianista Ma<ln1ue Berta Marx, producción que Dou Pablo conocí1i y por la qne había mani– festado á su autora vivo interés; pero ésta pidió unos días de plazo, al cabo de los cuales confiaba poderla presentar á es– treno en la sala de música de Villa- Navarra. Esta compnsición, que des~raeiadamente no llegó á disfrutar Sarnsate á quien es– taba dedicada, era una Ave Marfa , inspirada eu un estudio de Schumnn, hermosísima pft.gi11a que no ha menester encomio, escrita para canto, violín y piano, y que el sábado 19, en vistfi del estaciounmiento de la dolenci;\ del maestro, se decidió es– treníll' al día siguiente. Por últinrn. yez el artista sublime que fué la admirnción del mundo, tomó en sus manos el mnrn,villoso Stradivarius, entre cuntro y seis de la tnrde del l l de Septiembre, y allá en aquel delicioso y encantador par11je donde nueve dfr1s más tarde ha– bía de acabar :;u preciada existenci;1, arrancó del fascinador instrumento las últimas notas....iCJUt notas! El Adagio de la So– nata 16 de Mozart, en cuya éjecución le acompañó i\fadamc Berta Marx. iDnlce melodía de sirena en las orillas del mar! ¡Misterioso trino entre los sanees y flores del jardín cercano! ¡Celeste ar– monía de querubines flot:\nte en los ;.'Lmbitos de la mansión en– cantada! ¡Canto sublime y postrero del maestro inmortal, á cuyos eco~ enmudeceu los ruiseliorcs y los :;ilfos y las náya- des!....... Para los clásicos fué la última frnse, el go1jeo finttl de n.c¡ucl arco y aquel violfn inimitables; aquella postrera palabra del infatigable peregrino del arte fué de muy pocos esc11cha– cla1 pero tal vez les servir{l de mayor amargura su recuerdo, porque si sn memoria les será perdurable, no les quedará me– nos imp1:eso el fascinnclor sonido. Decidor y animoso como en sus mejores tiempos, aqnel iii)

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