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-532- •Pnblo•, una recomendación: no escribas más jotas. Después de esta no pidas á Dios más inspiración, porque seria nbusar de Sll bondad, aun reconociendo que es infinita; has sobrepasado los li– mites de lo humano. ¡No escribas mlls jotas!• Yo entiendo (y por ser mía carece de valor esta opinión) que la jota. navarra hubiera dejado de ser jota, Y. de ser nava– rra, si Sarasate no la hubiese diviuizado con su talento, con su inspiración y con su Stradirnrius; y fundo este parecer, tal vez estravagante, en que Don Pablo jamás tocó una jota que no fuese compuesta, ó al menos arreglada, muy arreglada, mejor diría transformada, por él mismo. La jota dela guitarra, la an– tigua jota.- que no quiero llamar nnvana- es, como dice sa– pientísimamente mi admirado amigo Don Arturo Campióni un grito casi salvaje, que no es navarro y tal vez ni español, co– mo que no ha faltado quien la haga descender de la morisma. Véase á este propósito cómo son y cuan distintas estas jo– tas de Sarasate, de la primitiva, en el juicio que las primeras merecen á un reputado crítico musical: •¡Ah! la jota. Es indispensable, es forzoso personalizarla, lla– marla suya, porque en él fué concreción incomparable ese canto en el que se amalgaman los más encontrados sentimientos: ternu– ra y rudeza, esperanza y melancolía, brlo y nostalghi. ¿Quién co– mo el \'iolln de Sarasate supo entonarla~ Entona.ria no; gemirla, cantarla entre varonil y quejumbroso, sublimarla apasionada, ba– ·cerla resonar como canción doliente ó como cantatr• épica. ¡Di\'ina jota aquella jota navarra! La que prendia fuego de entusiasmo me– ridional en frias almas del norte; Ja que arrancaba IAgrimns de emoción de Jos azules ojos, ojos de lago yerto, de las damitas de Escandinavia; la que enfebrecía de entusiasmo las recias almas navarrns cuando la oian todos los a!'los resonar amorosa, enarde– cida, patriótica, en Pamplona,.• Por la misma casa editorial fué piiblicada la. obra 53 "Le R¿ve,, que ostenta dedicatoria á Mlle. Marianne Eissler. Al fallecer Sarasate se dijo y repitió en muchos periódicos nacionales y extranjeros que ésta era· sn obra póstuma y que quedaba. sin terminar, siendo así qne se había ya editado unos meses antes: otra cosa sería. que se pensaba en instrnmeutar la parte de orquesta. La obra 54, Fan·tasfa sobre la ' 1 Flauta e11ca11lada,. del in– mortal Mozart, uno de los más inspirados maestros alemanes y de los más predilectos de Sarasate, se editó por la. mismit casa de Leipzig antes citada, y foé dedicada por su autor al distin– guido Profesor Don Antonio F. Bordas. Quiso S~rasate estrenarla en el nativo pueblo, y así se anunció para el concierto pem'tltimo de su vida, el 11 <le Julio
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