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-517- en ruda lucha, frente á otros m.uchos compañe1·os que todos le excedían en edad más de seis años. He dicho que "record<trá,. este violín tan señalado triunfo· y por una fatalidad á explicar ahora, no puedo decir que ob~ jeto tan estimable sea precisamente el mismo que se entregó á nuestro aventajado compatriota en aquella gloriosa jornada: el auténtico, el costeado por el prime1· Conservatorio del mundo, lo había prestado Sarasate á un buen compañero de estudios (a) qne pertenecía á la orquesta del teatro de la Opera de la calle de Pelletie:-, --rasgo genernso precursor de otros infinitos de expléndida caridad qne esmaltan aquella existencia adora– ble; - y prestado segnía cuando acaeció el vovaz incendio ele dicho teatro el afío 187 4, en la cual catástrofe fué pasto de las llamas todo el instrumental y entre éste, el auténtico á que vengo alndiendo; pero conocedores qne fne1·on de esa pérdida los Sres. Gaud y Bernardel, construyeron y regalaron á Sara– sate otro idéntico violín, .que ostenta la misma inscripción del perdido en dicho incendio. Y termino! repit,iendo que no poseía mHS violines Pcebl-0 el vortentoso. No merecen consignarse otros dos violines sin valor, (nno de ellos noruego, comprado en cien francos) y una viola de Gaud et Bernardel, que Scu·asate conservaba con algún otro instl'umento de escaso valor, pero sin alcanzar predilección de su propietario. Como es un violín que no suena, nada he dicho, del mi– núsculo que llevaba siempre en el bo~sillo derecho de su chale– co, el Rey Don Pablo Sa1·asate. Era ese instrumento miniatura de otra miniatura del violín de Paganini y fué constrnído por el Sr. Otto Schünemann, que resíde hoy en Hamburgo, tallis– ta delicadísimo que ha trabajado con admi1·able finura algunas cabezas de violín, más una linda estatua de Sarasate en made– ra, en la actitud de irreprochable elegancia, peculia1· de Don Pablo al presentarse á tocar en público. Este escultor había hecho miniaturas del violín de Paganini, con dimensión de do– ce centímetros de largura y regalado dos á Sarasate, el cual á su vez cedió una á su inteligentísima colaboradora Mdme. Gol– dschmidt y la otra al inolvidable Al'rieta¡ pero á fin de que Sa– rasate pudiera llevar siempre consigo, á guisa de talisman (aunque no necesitaba talismanes quien poseyó el sec1·eto de cautivar á todos los públicos que le oyeron) otra efigie de (a.) Monsieur Turbao, al que Saras.ate dedícO su celebrada transcripción del·?(octurno de Chopiu 1 segando violio de fos cuartetos de Sarasate, ante-t de Parent.

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