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-509- en la medida que se multiplica un g ·rn.no de trigo al o-erminar bajo la tiena? Y sin embargo, sou tMtos los sabios q~1e mue– ren sin dejar sucesión en su saber...... Para el ejercicio de la elevada: y difícil misión del magiste– rio, para la honrosa misión del profesorado, e<s preciso ante t.o– do y sobre todo saber fl'a11s111itir lo que se ha sabido antes aprender: y aunque para justificar el lamento del R. P. VillaI– ba demos poi· supuesto que Sarasate poseyern también ese don, es indudable que sus inclinaciones no fueron las del di– d11ctismo, por fazones eYidenciadas hasta la saciedad, á saber: Don Pablo demostró desde muy niño una precocidad ar– tística, reconocida por cuantos tuvieron ocasión de compro– barlo, originaria de su expontánea formación, elementos ambos (su precocidnd y su expontaneidad) que, reunídos, han consti– tuído su manera pe1·sonalísima, singular, única, sin preceden– tes, y tal vez sin continuación, R. menos· que el Supremo Ha– cedor quiera repetir algúu día aquel caso maravilloso. Así lo reconoce el profnndo pensador Don Arturo Cnmpión y lo corroboran l\fr. Allard , y Auber, y Rossini, y Saint-Saens, Joachim, ~fanen, todos los maestros del violfn y de la mt'tsica, que han conocido y estudiado á Sarasate. Todos los precepto– res que al se!·lo de Sarasate, exhibieron con orgullo seruejante título, confiesnn paladinamente, sin reservas, circunloquios ni distingos, que nada han tenido que ensefíarle; tan sólo se concretaron á poner 11nte los ojos del discípulo, ante la vista ele! nii'ío prodigioso, horizontes nuevos con los cuales y sus pe– culiarísimas condiciones ingénitas, Samsate se cl'e6 á sí mismo. Y cuando al mundo se lanzó, aquella su esclnsiva y personal manera ele tocar cHusó la desesperación de todos sus colegas. ¿Pol'qué? Porque e1·a materialmente inimitable: en una pala– brn, porque era obra diviiza, de las que no se pueden reprodu– cir por voluntad humana. He aquí porque Sarasate (qne adem{is tenía el mérito de conocerse á sí mismo) renunció con tenncidacl indestructible, á ser Profesor: he aquí poi' qné no escribió el nueyo método de violín que Alemania le pidió ofreciéndole en cambio una for– tuna; porque estaba plena y absolutamente co1wencido de qne <1quellas sus facu ltades eran ele todo puflto intransmisibles; de que él era depositario tempornl y por voluntad Superior, de nquellas facultades asombrosas. ;.Qué mayor satisfacción para un joven imberbe, (tal era en 1865) que la de poder da!' al mundo una generación ele artis– tas de su tall11? ¿Hemos de suponer, después de los <mteceden– tcs apuntados, que su alma estaba iol'racla de egoísmos, 110 ya

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