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-507- brillante, con muchti. nota y enormes dificultades de agilidad y pulso, y las rapsodias melódicas espaliolas, tan nnimadas, tan vi– vas, tan del gusto de Ja ple~e. adorn,idas con todos los floreos de las eminencias, httn constituido la biblioteca cuya lectura ha dado al púb:ico clel m111~do; pero esto mi~mo ha siclo causa de que otro público, bastanlc numeroso e11 ,·erclad, el de les músicos, aun rin– diendo todo el tributo de a<lmirnción y entusiasmo que el incompa– rnble virtuoso se merece, cnconrran.i por este lado algo que hace desmerecer su figura. (:i} El cspal'lolismo de Sarasate ha buscado eu los recuerdos de su pais, motivos para sus composiciones-conciertos, y ha sentido no– ble orgullo en presentarlos á :os exu·anjeros vistiéndolos con to– das las gaJ,\s de su artificio instrumental, con todo el lujo de floreos y dificultades de un concertish\ cul1.l él, solo que en este patriótico y laudable ernpelio Sarnsate bl1. sufrido In. equivocaóón de escoger una parte sola de la melopea popular espaliola, jotas y génei·o fla– menco, porque en la época en que se formó el anista y el compo– sitor, no se conocítt otra clnse de música popular, y como tu.lla. da– ban todos los que descollaban e11 el cuadro de la música de Espa– na. Equivocación nacida de tan noble })rincipio bien merece dis– culpa. Snrasate, además, que tanto nombre ba dado á Espa!la con su incomparable manera. de. tocnr , no ha dejado discipulos, ni ha. con– tribuido como Monasterio á la formació11 de una escuela de violi– nistas. espnfioles, pero lo que no lrn. hecho en vida, lo ha. procurado después de s u muerte, y en su testamento se ha acordado gcnero– slsimamente del Conservatorio, y además de su Sfradivai·ius rojo, le deja. cien mil frnncos, Lllle sen·iri111 de mucho para mejorar Ja enseílanza mnsica,l del primer ce11tro artístico de Espana. El arte espafiol no puede menos de agradecer tan generoso recuerdo. P. Luis J'illalba. • Estos dos t'tltimos pán afos merecen ci1mplicla contesta– ción, porque el P. Villa.Iba es Utta personalidad competente, y sin duda su clara inteligencia ha de reconocer cnando haya leído todo este libro, q ne le lm faltado base ele j nicio y fuente de conocimientos pnra las afit maciones que deja sentadas. Sarasa.te no espigó la melopea popular española; no escogió las jotas y género flamenco . Para que sea exacta aquella frase, preciso fuera que hubiese despreciado todo el resto de los aires populares de Espa.i.'ía; y lejos, muy lejo ~ de proceder así, se ini.piró en todos los de la Nación nativa; las jotas arngonesa y navarra en todas sus variedades; los d iversos cantos andaluces, (a) Respetiunos la. '>pinii11l del crilico, aun creyendo que ese "púbHeo bastante numeroso en verdu.dl' I, es, en retdid,1d UDll insignificante mínodA 1 co1nparado con los innumerables públi– cos, nu1oridw.deg muótt:iles: respet.Jtd»l', y 1n11eStros iudiscu1ibles, que han apl.e.udido y ae hau de· leiti.,do con aqueH..s rt•psudhts mettdieas: ""hu\ del gusto de la plel 1 e., .... inteligente ae todiu1 las naciones cultas é ilustr&das.¡ y entendemos asi miinno q,ue estos Ultimos públicos, mejores y m:l· yores que aquel, han llgrand1ulo por todos conceptos la figura de Sarasa te, infinitamente más de lo que Ja supone deimerecída. el l'espetable crilieo.

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