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-50G- b1\ de estudiar perfeccionando sierupro su yo. maravilloso meen. nismo y realzándole con aquel génio y estro da itrtista que po– sola,, con los que fué aolamado como soberano indiscutible de codos los violinistas.. . . . . . . . . . . Toda. Ja sét·ie i11tcrminable de sus excursiones artlsticas ofrece li\ prueba mayC'I· del gran éxito que SM'l\Sl\lo ba obtenido e11 el mundo entero. El ha locado on todas partes; ha sido solicitado de los grandes públicos, ha obtenido la predilección de Jos Reyes; y entre los rega.los innumernblcs con que ha sido obsequiado, figuran alhajas y pinturas de primer órden, esculturas prodigiosas, y otros objetos de arte á cual más estimables, amen de las condccorncio· nes variadisimas qLtc en todos los países le fueron otorgarlas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Como resumen de mis observaciones en las mue.has v-eces que le escuché, be aquí las inpresiones que me produjo el eminente vio· linista: Sarasate se presenta al público con uni\ elegancia irreprocha– ble; su actitud académica, sin amaneramientos, es sumaruente sim– pática; todo lo lleva dispuesto para el caso, y si tiene que rectifi– car la afinación del instrumento, Jo hace con tal delicadeza y com– postura que apenas so percibe, y una vez empezado el concierto, su dominio sobre el viol(n y el nrco hace quo sus movimientos scirn Jos de un vencedor, sin pretensiones, ni gestos, 11i o.demanes de fa. Luidad; natural, sencillo, fácil en todo, al expresar su sentirniento, todo el fuego y toda la brnvurci de su tocar, no toma actitudes trá· gicas. ni ciena Jos ojos, ni Jos pone en bliinco; domina con la "ista naturalmente al auditorio; ni se muevo exngerndamenle, ni dá si\· rudidas bruscas, ni parece un energúmeno; la armonía de sus acti– tudes con Jo que toca y expresa es perfecta, y eu sus ademanes, on su rostro pasa toda In poesia de la música con una siuceridad y viveza do una alma :1aturnlmente artística. El tono de su violín es 110110 y vigoroso, redondo y claro, sin estriden ~ias ni rasgunos; en la cuarta cuerda adquiere una corpulencia y sonoridad gran· diosas, es de un timbre enérgico y viril; en lit prima nunca es chi– llón; limpio y clarlsimo, tiene toda Ja pasión de un alma femenina. e Los armónicos de Sarasato, suavísimos y aflautados, sue11nn siempre y se oyen bien sobre la orquesta que le acompaña; los gol– pes de arco son exactos, y en toda la nerviosidad quo rt!quieren los pasajes más rápidos y escabrosos, salta sobre las cuerdas con una ligereza y una seguridad asombrosas, sin que ~n medio de aquella vertiginosa danza se le escape una vez siquiera; sus pica· dos ligados son de una delicadeza y primor incomparables, y en Jos punteadqs de la mano izquierda hace sonar las cu~rdas sin vio· lencia, cuí\ndo quiere y como quiere. Tal es el estupendo arte y el mamvilloso mecanismo de Sara– snto, y lo que le ha. conseguido el triunfo constante de su vida ar– tlstiea. Otra cosa ha contribuido á los entusinsmos que el público gran– de ha manifestado siempre por Sarasa.te: su repertorio estA al al· canee de todas las inteligencias y sentimientos, melodías seotimen– hiles y claras, como el nocturno de Cbopln; obras de virtuosismo

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