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-ó{lií- Sar11sate era cspafto\ de nfi<:iones nrn.rcadamente francesas ; en Paris \'ivia, y en sus progrnmns prefcrla composiciones de In escue– la francesa; tocaba obras de Snint-Salins, Lnlo, Ccsnr Frnnck. pe– ro era tumbiéu excelente intérprete de la música alemana, sonatas de Max Bruch, Jonc:him fü1ff, etc. • "El Gior1wle d' ltalin" después de una cumplidísima apolo– gía <lel artista magno, dice: •Ha muerto Ja más sublime encarnación de la glol'iosa escuela que todo lo demandaba á los impulsos del a lma. Sarnsate deja hue– lla indeleble en Ja historia del arte Hrico.• D e la "Gaceta de Ji'rcmc{ort A.-(22 Septiembre 1908) son los juicios críticos que, ,·ertidos á nuestl'O idioma, copio á con– tinuación : •De los grandes violinistas de nuestra época., otro escogido ha sido llamado ú la mansión eterna ¡Pablo 8arnsnte! Desoués del an– tiguo, ch\sico maestro Joachim, Lrn. ,·olndo también d·esgraciada– mente y pronto, ahora, el nnista que representó el dominio abso– luto del vi rtuosisimo en los úllimos 30, anos delnmaneramás per– fecta y brillante ¡Pablo Sarns,ite!. Si11 duda, despué::> de él han nparccido otros en el ci.elo del arte violiuistico, en una ú otrn conceptuación; pero aún no se nos ha. diido á conocer otro nr tistn que supiern nrrnncar de su instrumen– to un sonido can dulce y encantnc\or, á quien se podla escucharcon un place r sin tacha, corno á esle espaliol, lleno de gentileza y ojos negros tan brillantes. En cuanto posa.bn el arco sobre las cuerdas, un torrente de bieuestar pcnctri1b1\ en el alma del embelesa.do au– ditorio, porque su mecanismo s in igual, parcela infalible y su yir– tuosidad brillabn., regocijaba, sorprendia continuamente.• 0,tl'O de los juicios críticos muy digno de atención es el que paso á transcribir, suscripto por el P. Agustino L uis Vi– llalba, inserto en la amena é iostructi\•a revista " La Ciudad de Dios,,; estudio en el cual, si bien se eucuentran puntos mny nt.inad~nnente tratados, se termina con 11.preciaciones estrañas, mny respetables s in duda, pero que debidas, r.l parecer, á de– ficiente conocimieuto dl'.l artista insuperado, nos creemos en el deber ineludible de replicar: •Puedo fijarse por aprox imación en ol alio 1872, el comienzo do la grande ca1-rcr1i y coutiomi excursión anisticadeSarasate, siem– pre creciendo en el Arte y paseando su nombre en triunfo por Eu– rop1\ y América, mereciendo los más estupendos elogios de todos sus criticos, nsl de los reporterilcs como de los más competentes y concienzudos. . . . . . . . . . . . . . . . . . Desde 1880 (?J la. füma de Sarnsate se <'imentó por completo; ella le abrió las puerta::> de los graudcs teatros, de !os mayores sa– lones de conciertos y de los regios t>lcázn.res, pero no por ello deja-

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