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-28·- ropeo. y Austria-Hungría, celebrando un buen número-de concier– tos, de los cuales parece tuvieron excepéional importancia los de Constantinopla, Buda-Pest y Bucbarest. Habla ya dado dos lucidfsimos conciertos ante la Corte Napoleó– nica en dlas de explendor para la misma y testimonio de la. admi– ración que en ellos produjera, es el magnifico reloj de oro con es– malte azul y la inicial N formada con brillantes, engarzados en nna de las tapas, expléndida alhaja que Napoleón III le regaló y que figura en el Museo Sarasa.te, donada por el artista sin rival al Ayuntamiento de Pamplona, con otras muchas no menos va.liosas que le dedicaron Reyes y Príncipes, Magnates y Emine11cias de Europa y América en sus incesantes expediciones artísticas duran– te medio siglo: y si has oldo, lector benévolo, que además de ese riquisiruo reloj le regalaron dos Stradivarius, te recomiendo no des credulidad á tal especie; cuando hablemos de «los violines de Sa– rasa.te• , sabrás de ciencia cierta Ja verdad. Habla organizado el inolvidable cuarteto Sarasate de que antes he hablado, cuyos éxitos se contaban por audiciones, pero que si valieron para gloria del Arte, no debieron ser t:i.n productivos para los ejecutantes como para los empresarios. Hablase t~mbien presentado muchas veces ante públicos hete– rogéneos en París, con ocasión de la l." Exposición Universal alll celebrada en 1867, obteniendo cada vez miís ruidosos triunfos, que iban ensanchando los limites de su nombre. Habla, mientras tanto, ampliado su reper~orio con obras nue– vas, difíciles y desconocidas, pertrechándose con elementos de ca– lidad á cual más estimables, que le permitieran emprender una. campalla más amplia y duradera que las anteriores, con probabi– lidades de éxito indudable. Habla asimismo, hácia el afio 1867, dejádose olr en Madrid, en unos conciertos donde la Patti y Ritter se presentaban como estre– llas de priwera magnitud en la esfera del Arte; y en aquellas so– lemnidades, Sarasate despertó el público entusiasmo, recibió calu– rosas ovaciones, y su prestigioso renombre adquirió la altura que A. su laboriosidad, inteligencia y merecimientos correspondla. Babia, en fin, adquirido una plenitud satisfactoria de sus pi:o– pias facultades, adiestrándose en los más variados géneros de su arte, familiarizándose con públicos de gustos é inclinaciones discre– pantes. Con todo lo cual, no vaciló en estipular un convenio con Mr. Strakosch, célebre empresario, combinando una larga expedición al otro lado de los mares, á través de las Repúblicas Argentina y del Uruguay, del Perú, Chile y del Brasil, donde el titulo de espa– fiol habla de predisponer favorablemente y otorgarle, hasta que sus primeras audiciones hiciesen innecesario el favor ni la toleran– cia, antes bien con extricta justicia fuera sancionada su reputa– ción- otorgarle, repito-el triunfo tan codiciado en lejanas tie– rras. Nada digo, lector amable, del fantástico. Stradivarius que se– gún algunos biógrafos, expléndidos cuando cortan correas de piel agena., regalóá Sarasa.te el Emperador del Brasil; aunque de aque– lla Córte y de aquel público, Sarasa.te conservaba gratos recuer-

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