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-498 - mu't;tud de disouancías ímprevistas.- Les ha debido parecer mú– sica moderna-me decía Sarasate riéndose en su camerino. En Cambridge- continúa et Sr. Neitzel-le dije: toquemos el Noctw·no de Cbopin, como bis . . . . . ¡Era para mi su canto del cisne! ¡ Q.ue lo másn¡¡,tural,larnnerte, haya de ser también lo más antiuatural! .... . ¡que de tal revelación no nos quede más que el recuerdo! . . . . ¿No ha servido él de modelo á tantos? ¡Cuantl\s desesperacio- n~s habrá causado el afán de imitarld ¡A nadie le será dado alcanzar su sonido! ¡Ahora descansas, elegido entre todos! ¡El mundo ha vuelto á ser prosáico, humano! ¡Ya uo tenemos al músico poeta! ¡Cuántos luchan con sus instrumentos y sus miembros, para obtener un pasage artlstico! ¡Tu arte no sudaba! ¡Los dioses se \'aJ11• Si pudiéramos establecer gradacionesque determinasen por grupos cuales eran las composiciones que Sarasate divinizaba en su Stradivarius, colocaríamos en la primera agrupación el "Noctumo dt? Chopín"' transcripción idealizada por el sin par violinista; y segmos estamos de qne una votación de sus audi– torios, fallaría á favor de nuestra opinión. Pero como esa obra ha sido objeto de otras transcrizJciones y la realizada por D . Pablo rarecí<t de dificultades de ejecución, levantando nuestro examen á. obras de mús fuste, encontraría– mos los conciertos tan repetidos en estas páginas; entre ese va– liosísimo repertorio hallaríamos desde luego el seg1.1ndo de !\fax Bruch, producción que al célico violinista. proporcionó home– najes Rrdorosos de públicos fanatizados por la composición ins– pirada y genial del célebre maestro. L a carta de éste, más de una vez aludida en las páginas precedentes, es uno de los documentos más cnriosos insertados en este libro, y en tal convicción me permito llamar hácia ella la atención del lector: he aqn{ las aludidas interesantes maní· festaciones: •Breslavia \!5 Noviembre. Sr. Otto Goldschmidt. El 22 ensayó aquí la Sta. Soldat, el Adagio del segundo concier– to. Al comenz<U' no tenia la menor idea de él, pero después de re– pasarlo varias veces con elll\ y ha.berla im¡:>regnado un poco de es– píritu Sarasatesco y algo del sentimiento de belleza Sarasatesca, llegó á tocar aquel tiempo del concierto (tiempo que constituye mi predilección) con serenidad y gusto, pureza infalible en las notas agudas y sentir profm1do; ele modo que ha logrado un bon ito éxito. ¡Cuánto he trabajado cou esta. obra!; este adagio-lo confieso

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