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- 497- en p:irte adquisición de su trabajo; porque Sai·asate practicó su instrumento unas seis horas diarias, casi toda su vida. (a.) Aparte de que universalmente se le reconoce la supremacía en es<\s dos virtudes, la figuro. artistica de Sarn.sate es al morir lo que fué en vida: un enigma insoluble. Las dos escuelas de violin son la de profundidad y comprensión que encarnó Joachím, el inmortal intérprete de Beethoven, y la de la bravura, cuya personificación más alta es Isaye. Sarasa.te, ate– nido á su sonido y á su limpieza, se destacó aisladamente, sólo y único. A veces, irritados por el caritcter enigmático de su personali– dn.d arlistica, los críticos le calificaban de virtuoso; pero A la noche sigu iente, en el concierto, no había quien no se rindiera á lama– gia irresistible de su sonido, y á la limpieza de sus notas. Se ha tratado muchas veces de penetrar en el secreto de su su– premacía.. Empresa inútil. Samsate era una alma sencilla, qufl no babia leido nada de esta literatura que ve la música como el arte de pensar con sonidos, y que ha refutaclo las teorías psicológicas de Ka.nt y Descartes, er¡ que se n,fü·maba que sólo se piensa en con– ceptos. La lllúsica es el arte de pensar sin conceptos. Sobre esta base fundamental se han escrito últimamente mu– chos libros psicológico-musicales, en que inspiran sus ar tículos los críticos music;tles de los periódicos. $L1.rasate no los leyó nunca. No se cuidó más que de lo suyo: el sonido y las notas del violín. Los crit ico;; peusadores, los q11e teóricamente ensi1lzaban ante to– do es'a nueva categoria. artisticn del pensamiento musical, del pen– samiento sin conceptos, se desespernban ante el misterio·Sarasate. Pero Juego, en los conciertos, enm los primeros fascinados por su arte. Y a;;í triunfó el enigma sobre hi inteligencia. Ramfro de Maeztu. » Refü:re el Dr. Neitzel (ya repetidas veces mentado en este Ji l>ro) que: «No acostumbraba tocar el violín fuera de conciertos, ensayos ó estudios; tocó algunas obrns sin nueva preparación, después de· haberlas al>andoniido por dos, tres ó más años y sin el menor tro– piezo. El violln nunca f'ué para él la carga del deber, Ja pe;;adum– bre de la obligación , sino un ser amado, su encanto y antídoto de nostalgias Para él fué el escenario de sus concier tos, lo que para el gigan· te An t;\llS li~ tierra. Debla sn facil idad á extructura particularísima de sus manos, it su inagotable sentimiento musicn,I, á su perfecto sentido de la bellezii En Worms-dice el Dr. Neitzel- hube de sustituir á Madame Marx, y le acompafié la Sttite de GoldmR.rck, en 111 que introdujo (• ) O•i~ y• rcb•ti<la esta • firinación. (N. del A.)

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