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- 491- -· En los últimos aiios Sarnsate so hacia olr en conciertos con Ber– ta Marx música cli camera, tocando especialmente sonatas de Bach (•el Dios de la música-• como le apodaba nuestro navarro insiane) y la interpretación que daba A tan sublimes inspiraciones era 0 ini– mitable. Mientras antes hacia hi cadencht final de! Nocturno de Choplu de un modo vertiginoso, últimnmente la modificó en unos sonidos tranquilamente tenidos: la edad avanzaba, y nhom andaba con precaución y cordura• ; (los músculos de la mano izquierda se reve– laban en este pasaje y se le •Volvian bola• por lo que, no querien– do luchnr, simplificó el pasaje, según anota Mr, Goldschmidt.) •Ahora, el arco ha caldo para siempre de estn mano divina!!!• Breves, pero muy expresivas son las siguientes líneas del hombre que 10ás le ha oído en el mundo; de quien conocía ín– timamente, como nadie, la manera de ser humana y artística de Sarasate; de Mr. Otto Goldschmidt, sin cuya eficacísima y des– interesada, noble é ilimitada cooperación, este libro carecería de toda novedad y atractivo. Véase como se expresa aqnel mo– delo de caballerosidad, que une á sus muchas adorables cnali– dades, la de una competencia indiscntible en el te1Teno artísti– co: •Hemos pasado tantos dias felices i\. su lado.. ,.. Como tenia el génio tan festivo, eran siempre fiestas nuestras reuniones. Y los conciertos e1·a11 fiestas t1tmbién para nosotros, aunque de caracter musical, pero que no se parecian á-los conciertos que celebran otros Mtistas. Samsate daba á nuestros conciertos uua atmósfera singular 1ue murió con él! Donde él se presentaba, el público ie aguardaba sonriente y gozoso, seguro de que le esperaban grandes y deleitables emociones, porque jamás engafió á públ ico alguno y porque siempre ciaba en calidad y en cantidad, más do lo que los precedentes ¡:.ermitlau esperar de él, como quP, nunca se le \'ió decadente. Echó sus cadenas de per las ámanos licuas, y todos sus auditorios sallan del concierto embriagndos, hechiza'ios por el fas – cinador artista,• •Cuando el 2 de Enero de 189!--dice Sir A. ~fackenzie-llcvó mi ·Pibrock• á Alemania, me pidió fuese yo á dirigir la orquestii: durante los 15 días que pasamos j nntos, Sarasate no sacó el violin de s11 estuche má::s que al ensayar, para ver si las cuerdas estabnn en tensión, y otro tanto nntes de subir al coche que le conduela ai' concierto. Solamente su fenomenal dominio podia explicar la per– fección con que siempre ejecutó mi obrn, Verdad es que cuando la ensayó, lo hizo con severidad suma, pero á esto no puede llamarse •estudio. • Con su peculiar jocosidad se solia burlar de los que se veían obligados á trabajar el violln y eni tle ver entonces cómo les ri– diculizaba ndoptnndo las más inverosimiles actitudes y estrafala– riM posiciones, levantando el hombro derecho exageradamente, imitando el movimiento de los aserradores, gesticulando muecas absurdas, soplando fuertemente por las narices sobre la caja del víolln, y acostando la mejilla sobre el instrumento.

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