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-488- ti6 casualmente al ensayo, y á primera vista, con toda perfec– ci6n, toc6 la pieza musical que tanta fatiga ocasionaba á aque– llos . Entusiasmada la orquesta le tributó una ovación . De otro crítico cuyo nombl'e uo me consta, copio lo si– guiente: c¡Cuantos recuerdos del gozo más hondo, del más santo sentir, se anudan al uombre de Sarnsate, cuya muerte acaba de ocurrir en Bianitz. ¡Dolorosa noticia en verdad para el mundo todo! Su fama será imperecedera; no en vauo se le ha proc.lamado Heraldo de lo bello, Rey del sonido, Angel del violin. . . . . . Uua vez oido, la. aspiración mayor el'a volverle á escuchar, y todos sus oyentes pl'oclamaron que no habhi alabanzas cumplidas p!\ra el hablar y cantar del violin ele f>arnsate, frases y armonlas que produjeron, con su hermosísima perfección, el más íntimo de- leite, el más profundo regocijo. ' Aquel sonido no parecf¡\ arranet\do de objetos materiales; tal era, tau saturado de dulzura y de gmcia; de diafanidad y pureza. Aquellas frases musicales parecían hilos brillantes de cuentas ar– gentinas; sus c1;1,ntábiles voces de serafines, y su virtuosidad des– lumbraba como la luz solar. Desde su primera aparición en Alemania, ningún afio hemos dejado de oirle tafler su violín encantado, cuyas armonia-s recuer– dan el arpa bíblica y las citaras del cielo. Sus triunfos fueron tan ros como sus audiciones, y siempre pro– gresivos; Beethoven y :M.endelssolrn, Lalo y Saint-S1.1.ens, Max Bruch y Mackenzic, Raff y Goldmark, Vieuxtemps y Wieniawsky fue– ron sus favoritos . Los clásicos tuvieron en él un atinado y devoto int~rprete. Las danzas de su patria,, sus vaporosos nocturDos y melancólicas serenatas, simulaban deslumbrantes fuegos de artifi– cio, rebosantes de complejid<"i.d en el mecanismo, que entusiasma– ban no menos que asombraban á sus públicos,• De un diario de Wiesbaden. •Fué también compositor para si mismo, cultivando con espe– cialidad los aires populares de su pals simult<l.neamente y con uni– versal aplauso de todos los paises europeos. Ciertamente, Sara ,sr.te nula :\ esas facultades de artisto. las de virtuoso, coincidencia tac extraña y portentosa, como encominda y reconocida; á ellas acompai1aba una extraordinaria seguridad de su meca.nismo; en resilmen, fué un músico genial, pero de ungénio y unn manera en el cantar con su violín euteramente particultU', absolutamente personal. Su memoria perdurará eternamente.• X. •Dicenos Schi\ler que •el arte es la mano derecha de Ja natu– raleza.• Nunca. más exacto el aforismo que aplicado á Ja mano de– rccba de Sarasate y á su mágico arte. ¡Cómo tocaba! ¡Q,ué poder revelador el suyo! Q,uizá sea el hombre que de manera más com– pleta realizó sus aptitudes nativas. Había nacido para. tocar el vio– lín. Su espíritu, su entendimiento, su organización fisica, todo en fin, concurría al dominio del delicado y difícil instrumento.
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