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- 4$7- Cu:tndo Don Pablo c:sc1·ibió algunos zol'tzicos (tiempo de óx8), tuvo que luchar con más de un m:i.cstl'O alemán y pani. hacerles comprender e>te ritmo, el claro talento del violinista insupemdo le sugirió una frttse origi! 1 al, comprobante de su ingenio siempre 1 0 : zano: Esa frnso hi. cantaba Don Pablo en esta forma: Ein 1 Glas 2 Bier - 3- F Ur 4 mich 5 • Ull bork pnra mí.• Respecto á sn clominio del pt'1blico, el Doctor Neit.zel agre– ga lo siguiente:.. •Se presentaba sencillamente ante el público, y su talento y ges– to se a.nudaban allí dond3 habían dejado recuerdo é impresión en In. anterior temporada. Constitula este detiille uno. po.rte tan Inte– gra del artistt\ 1 que merced á ella dn.bn ., :\su tocar ú.nte el público el sello de In. decisión , de lo acabado y perfecto, del no más all.á.• Uno de los que envalentonaron á Sarasnte en aquellos mo– mentos de lucha titánica en Berlín el ~tño 1876, qne se descri– ben en las páginas 41 á la 45, el Doctor W. L anghans, le diri– gía cou fecha 15 de Diciembre de dicho año la epístola siguien– te: ·Mi querido Sarastite: Ayer en mi tertuliti, entre mis cornpaile– ros, usted ha. constituido el t~ma de nuestra conversación, convi– niendo todos en que el éxito obtenido por usted hn. sido mucllisimo mayor dE' lo que V. se figura. Sitbiamos de antemano que V. trata.– bn. de marcharse de Berlín sin poner un digno remate á su triunfo, y hemos creldo unánimes que es necesario se detenga usted duran– te las semanas .siguientes. Le ruego por tanto que mana.na trate– mos de esto durante el almuerzo, en el intermedio de los ·~laes­ rros cnntores. • I ré á buscarle. Siempre suyo Di·. W Langltans. 1 KornP.zstrasse. • El historiaclor y crítico alemán Riemann dice que usantsa~ te tnvo todas las cualidades del talento musicnl más perfecto: exactitud absoluta, técnica fabulosa y sonoridad de nua dulzu– ra encantadora.,, Agrega á aquellas la de un dominio absoluto del arte, y en corroboración de ello refiere una anécdota de cuya verñcidad responde: En cierta ocasión preparábase en el teatro de la Opera de San Carlos, de Nápoles, un concierto im– portante: los p rimeros violines de la l'lotable orquesta de aquel coliseo, entt·e .ellos P. de la Rosa, debían tocar una obra de di– ficilísima ejecnció(I, en cuyo estndio venían trabajando hacía tiempo. Sarasate, qne acababa de llegar á la bella ciudad,asis-

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