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-485 -- ni componer ; trd (:nt el melancólico estado de su espiri tu, revelan– do con esto que su origen er~i de tierrn de luz y de sol. En Londres y en Berlín es donde he halln.do al twtista en toda s11{\Tandeza: superioridad inco11clicion::il, conmoción ele sus públi– cos, elegante presentación, digno continente, dominio pleno, tem– peramento apnsionn.do , nwcn.11bmo superlativo; jamás efectos va– nos ni rebuscados; arte ,·erdad; Ycrncidacl en el decir de sus in ter– pretaciones. Cuando clescendín de 111111 Sonata de Beethoven á la Fée el' amour, de Raff, lo hnci~i con ,·eneido deque esta sencilln. obrn era tan <ligua de su programn como aquelbi, porque igualmente divinizadas resultaban ambn.s; nunca el público dejó traslucir dis– crepancia en ese ex~remo. 'l'odo lo que bajo su g1·¡¡,¡1de arco bro– taba de aquel violín, ern oro puro, el sonido pletórico de color; el ritmo extrnordi111iriarnente preciso; siempre sostenido el senti– miento elevndo y noble; iL ''"vez poderoso y delicado; lleno de ex– presión; exento de afectaciones; cl!al'menr irreprochable en su stra– di\'arius; nació violinista. y todo lo que ejecutó ostenta la marca de su especialidad. Nada de gimnasia ni forcc-jeos; natural cxponta– nidnd ; evidente sencillez; construcc·ón elegante; extensión mesura– dn; armonización clara. De esta suerte s11 música. acciona. inmediu.– ta é irresistiblemente sobro s us auditorios, originando su populari– dad universal y su aureola deslumbradora, que nadie haalcanzndo con tanta justicia como él. Sus •Afres bohemios• se han toca.do en todo el orbe. El Fausto y Cá1·men nadie los ba ilustrado como él. Pnsó el tiempo de las F1i11- tasias sobre Operas, pero como ejemplo de br1wura cnbnlleresca, su interpretación llena de espfritu y conmovedor:i, evocará siem– pre en los que le oyeron, al tn<iestro iacomp::irn.ble. Sarasatc no se satisfizo con ilustraciones y reflejos: su tempe– ramento de artista del Sur y su naturalcz¡i de poeta se dieron á conocer por montones en el ámplio ciclo español; en él creó muchos cuadritos de grandísimo valor, que comprueban sn enérgico poder sugestivo; la vida tiene allí el pulso del rayo y del sol ardiente, ó del brillo ·romántico de la luna, peculiares de la pátria del Cid. Nunca pudo acusarse á este hombrt de orgulloso: publicó tan solo lllHt parte de sns obras, las cuales han sido maduramente apreciadas; muchos laureles ha recogido con las obras de Saint– Sneus, Haff, Lalo, ~fax Bruch, Bernard, Goldmark, Mackenzie, pam dejar de ser extraordiuariamente severo consigo mismo.• T ei·esina Tua. •Aqnelll\ afinación incomparuble; aquel sonido á un mismo tiem– po ténue é intenso, que siendo la suma delicadeza llenaba sin em– bnrgo los ámbitos todos del teatro; aquel mecanismo asombroso con que vencin, como sin esfuerzo, los pasages más escabrosos en la región sobreaguda; el timbre prodigiosamente musical de sus armónicos; In pureza de su dicción, por nadie igualada, en que con una sinceridad de emoción que excluia toda la afectación de falso sentimentalismo, tradncia la poesla intensa de su sentir, en donde las tenebrosas palpitaciones del dolor humano . aptirecían siempre entibiadas por algo célico y snprnterreno que !ns iluminaba y em-
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