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-475- Larga, de eslabones innumerables, es la cadena de los en– cantos y seducciones con que subyugaba á. sus auditorios. Es siempre altamente interesante y fructífero conocer la manera de trabajar de un artista qne ha llegado á la cúspide: mucho se ha escrito y repetido Ja costumbre de trabajar du– rante seis horas diarias con su violín. ¡Oonjetmas de los cro– nistas! En los hoteles y en viaje, jam~s estudió. Allá por el año 1887 dijo D. Pablo á su amigo Sr. A. Makenzie, qne estu– diaba en verano; entonces tal vez estudiase algo, pero al testi– monio irrecusable me atengo de Mr. Otto Golschmidt y en efecto: ni eu San Sebastián ni en Villa-1\'avarrn, eran nn secre– to su vida; los ratos que le dejaban libres, la prolija toilette, la detenida giurnasia, sus largos paseos y el descanso corporal, los dedicaba á sus tertulias. Tan solo en su casa de París, an– tes de comenzar sus campafins, en otoño, solía "vonerse en de– dos,,; y esto porque acudían allá artistas amigos deseosos de conocer sus obras ó estudios en proyecto, que sin preparación ni entminement alguno los ejecutaba, con Diemer en años leja– nos, y con Madame Berta Marx en los últimos veinticuatro años. Los que vivían á su lado, ignorarían que vivían con un violinista tau reputado, si no le denunciasen los recnel'dos de toda especie que en superabundancia llenaban la artística mo– rada de aquel hombre, cuyas facultades constitnfan uu miste– rio y le hacían más admirable visto en la intimidad. La lectu– ra y la composición le rest.aban ratos perdidos; por lo demás rara Yez toc:-iba obras suyas, si no fuera á petición de sus visi– tantes y si el caso estaba previsto, avisaba á. su fiel Secretario, favorito acompañante al piano. Forzoso es por tanto reconoce!' que uunca hallaba dificul– tades de mecanismo cuando los compositores eran violinistas y escribían violinísticamente, á pesar de que se hubiesen esfor, zado en acumular escollor; insuperables, que él venció siempre sonriente y triunfador, sin el menor esfuerzo. Ahóra bién, los que escribían de un modo antiviolinístico los ignoraba 1ol1mtariamenie. Así sucedió con el concierto ele Brabams y muchos de los modernos; no todos. Tan solo en el verano de 1907 tocó en reuniones familiares algunas Sonatas, y mas bien era corno rasgos de buen humor, por la satisfacción de verse ambos inmensos artistas repuestos de sus respecti– vas enfermedades, que Madamc Berta Marx y Sarasate acaba– ban de sufrir. Con relación á las mencionadas épocas ele descanso, el cro– nista de "La Epoca,, que le visitó tlltimamente en "Villa-Na– val'l'a,,, se expresaba en esta forma:

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