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- 472- del talento musical de Sarasate, han originado aquel falso jui– cio, pero afortunadamente sobreviven ai'tn testigos autorizados en condiciones de poder dar fé de que si grande fué sn renom– bre como ejecutante, fué todavía mayor su dominio y alta concepción del arte. Y ya que, puede decirse, estamos en materia, sirvan estas "revelaciones,, para replicar á nn comentarista espai'íol (el cual ha confesado que no oyó á Sarasate muchas veces) y que ocupándose del largo y álgido período artístico del violinista misterioso é insuperado, ha escrito lo siguiente: •Entouces fué sin duda cuando el nombre de Sarasate fué dis– cutido con mucha viveza, discusión quo se refería más que á nin– guna otra cosa á. la interpretación de los cl!tsicos alemanes, de los cuales, sea dicho en honor de la verd,id, no ha debido ser nu11cn muy devoto Sarasate, por lo menos en lo qne atafie al violin, ya que ni la gran sonatci á K1·e11tze1• de Beethoven, ni otras composi– ciones de igual origen figuran en el repertorio predilecto del violi– nista espaliol; mas si por extensión se discutió su ar te de tocar, prouto su dominio del arco, la pureza. y vigor de su sonido, la se– guridad estupenda de su mano en los pasos más difíciles, y aquella gallardía y elegante facilidad con que todo Jo vencía, rindió á to– dos, y Jos que con mayor pasión negaron su génio se convirtieron en sus más fervorosos admiradores.• 1 La Sonata d Kreutzel', es una composición pam t>iano con violín obligado; circunstancia primordial que el crít,ico no ha debido olvidar ni por un momento; no puede pues ejecutarse en público la grandiosa obra poi· violín solo, ni solo por piano. Los críticos competentes se referiran siempre en este caso al piano y al violín, y jamás al pianista solo, 6 al violín solo. Sarasate, que se pasó la vida interpretando con preferencia á los clásicos, en cuanto tenían de violinísticos, no podía en manera alguna hacer omisión de la maravillosa página del mú– sico de Bono, del inmortal Beethoven; y en testimonio aplastante de inexactitud ó de desconocimiento, lea y entienda el buen señor, que la Sonata á K1'et1tzer ha figurado tantas ve– ces, en los programas de conciertos dados por Sarasate que Mdme. Berta Marx y el violinista universal se la sabían de memoria; y si aparecía la mt\sica en el atril era por disimular que la habían tocado M,\s DE 500 VECESj lea y entienda el buen sei'ior, que ambos ejecutantes se avergonzaban de tanto repetirla; lea y entienda, que al insistir tanto en darla, obede– cían á exigencias del ptlblico que no se cansaba de oírla, en Alemania y en Italia, en Rusia y en Francia; en Austria y en Bélgica; en Suiza y en Holanda; y eu América y en España. Y esto leído y entendido, proclame con los admiradores

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