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-470 - Jota de San Fennín. (2 veces.) Jota de Pablo. (3 veces.) . Fantasía de Don Juan, ele Mozart. (2 veces.) Noctumo de Ohopín. (ll veces.) Acusaron algunos, (tal \rez los mismos émulos aludidos), á Sarasate, de que su repertorio se constituía de "música ligera" . ¡Música ligera que otros violines no supieron interpretai· ja· más! ¡Música ligera que no acertaron {i comprender! ¡Música ligera que todo el resto del mundo calificó de obras maestras! ¡Música ligera y no la dejaron ellos ofr para pulverizar á su rival......... ! Recíprocamente Sarasate derramó á manos llenas la músi– ca clásica ante sus detractores y tan pronto les confundía con sus clásicos conciertos, como los anonadaba. con su "música. ligera,, que desconocieron e:1 su valor. "L os lat\nos carecen de profundidad,, fné el lema de otra bandera: analicemos: Solistas de los tiempos de Sarasate: Ale– manes: Spohr, que no han alcanzado los contemporáneos, pe– r o del cual se cuenta que tocó bien, aunque con frialrl.ad y dis– plicencia. Rugo Heermann; toca bien porque se formó en la escuela francesa . Burmester, de talla á lo sumo mediocre, lla– mado á la obscuridad. Resta Joachím, húngaro, de cuya afina– ción en sus últimos aílos no se dirán grandes elogios,, sin omi– tit; por ello otras cualidades notables, pero constituía una ban– dera por sus múltiples puestos oficiales en Berlín, lo cual le rodeó de adeptos y agradecidos á sus favores, y le decidió á optar por quedarse en Alemania. L os violinistas. "de cartel ,,, no fueron alemanes; son r usos, polacos, bohemios (tcheques), húngaros, belgas, como Isaye, franceses como Sanret y españoles como Sarasate. Ninguno alemán. ¡Ah! ¡si se suscitara un plebiscito entre los grandes maes– tros contempor{meos, qné inmensa superioridad proclamaría como más elevada personalidad violinística que se haya cono– cido á Sarasate, quien interpretó c nanto tocó de fa manera más sublime conocida é imaginada, y como testimonio de ello el concierto y los cuartetos de Beethoven y sus propias pro– ducciones, obras maestras en su mayoría! En su mansión de París, al hacer música de aquel género, en las tardes y noches dedicadas á. la sublimidad del arte, los cuartetos de Haydn y las notas celestiaJes de Mozart y Beet– hoven, innumerables veces prodigadas en público, testificaron

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