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-465- ta que ha interpretado miles de veces á Beethoven, Mendel– sohn, Brnch, L alo, Saint-Saens, en sus conciertos, es capaz de tocar en cuartetos!,, Saint-Sa~ns dijo y escribió que su sueño dorado era ver definitivamente constituído un cuarteto Sarasa.te en París¡ la autoridad de Saint-Sailns, no parecerá dudosa....• No Joachím, quien llegó á apreciarlo en toda su grandeza, sino los adictos de Joachím, se vie1·on tan distanciados como violinistas, que inventa ron la especie "nosotros somos los clá– sicos y retenemos los títulos del clasicismo,,, como si con estos desplantes ahuyentasen la aureola de Snrnsate y oculta~en su inepcia ante las enorn1es dificultades que el insuperable rival vencía jugueteando. - --©--- "T enían los conciertos de Sai'asate Cat'l\Ctet· de fiesta para él y su parlenaire ~[dme. Marx,,- me repite con frecuencia el observador secretai·io de D. P ablo; y en verdad que así suce– día, como deducirá el lector por los detalles íntimos que paso á exponel'ie. La inmensa mayoría de los concertista!! snfren su calentura, al menos su preocupación, hasta el momento de comenzar la ejecución de su programa. Sarasate no conoció ni experimentó ese malestar durante su larga carrera artística; si ensayó, fu é en beneficio de las orquestas, pero los números que había de ejecntar sin ese acompailamiento, no le produjeron cuidado ni recelo alguno jamás, y mucho menos le exigieron ensayos. ~fodame Mat·x tan solo cuidaba ele cambiar sus solos mu– chísimo, y de esta suerte llegó á tocar todo el inmenso repet·– torio clásico de piano en todo el mun<lo, y consiguió set· una enciclopedia sin rival. Si no lo asegurase el autor, apoyado con toda seriedad en el testimonio irrecusable ele lfr. Goldschmidt, parecería in– creíble ÍL los lectores, que Sarasate nunca se ocupó de pensar en los programas de sus conciertos, escepción única hecha de los de Pamplona, que fueron siemp1·e formulados unica y ex– clusivamente por el propio Don PA.blo, circunstancia ignorada. de los públicos, y que pl'lleb;\ cuánto interés le inspiraban sns ''co11ciertos,, como él llumaua á los del pueblo nativo. El inteligente secretnrio tomaba á su cuidado ese cometido en todos los demás casos, evitando el que los públicos pudie– ran quejarse de repeticiones. Sarasate y su ¡m1·tenaire l\fadame Ma rx ignoraban l1asta minutos antes del concierto cuales e1·an las obras anunciadns, enterándose de ese detalle cuando el ~o

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