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-464- ante notabilidades artísticas, reunidas en Villa-Navarra¡ su do– lencia parecía contenida por entonces¡ ya. no volvió á sonar la caja magnetizada¡ ya no habló de su .arco maravilloso, más que para indica1· á su querido Otto, que sería un buen regalo para la Virgen del Pilar, aquella varilla, embtema de la ma- gestad artística de Sarasate. · 'l'ocaba años atrás algunn vez por día con su pianista, pe– ro no pasaba de esto su trnbajo, mejor dicho sn estudio: as( pues, quien no le conociera, igi1oraría que trntaba con un Rr– tista de su renombre. Después del largo reposo veraniego, su vigor físico y su perfección artística se aumentaban como si esta dependiese tan solo de aquel. Si su memoria pareció flaquear alguna vez en actos de su profesión y agenos á ésta, los que estábamos en el secreto no lo hemos atribuído á falta, ni debilidad de esa facultad; ernn curiosidades, á las que no podía sustraerse¡ las grandes salas de conciertos, con <lecoradon espléndidos, mucha luz, gran lu– jo, etc, etc, le distraían; se fijaba en todos los detalles¡ y lo mismo le acaecía en los viajes, en las lecturas, ante los paisa– jes extraiios en poblaciones, hoteles, museos, comercios que se salieran de lo vulgar. Su vi<la eiihí llena. de distracciones de aquella índole. Sarasate estudió y tocó toda mlisicn que fuese buena y vio_linúitica; y esto desde su jm·entud hasta su vejez; est1l.n completamente eqllivocados los biógrafos que otra cosa deduz– can analizando sus repertorios de una ó de otra época. Los ar– tistas músicos qne figural'On en sus tel'tulias íntimas, pueden testifica1· una vez más su convicción de que la música clfü;ica y de camera, era la que m<Ís aml\ba é intcrpreta.b;\ mejol' que torlas las <lemús; pero el talento excepcional de aquel _gignntc del cliviuo arte le había llevado al convencimiento pleno de que sns pí1blicos no estaban constituídos de igual manera que sus ínti111os, y así como estos prefel'Ían 1111 género, el ptíblico optaba por otl'O la mayoría ele las veces. Viéndose como solista más fuerte que todos los demás, y conociendo los resortes de sn atl'acción sobre el público, al gusto de la inmensa mayoría había de atender: lo contrario sería necedad. No son muchos los que conocen los cuartetos Sarasate¡ y tnl vez les sorpreudel'á lo que sobre estos he dicho en el pre– sente libro¡ "¿para qué ponernos cuatro amigos á, hacer mtísi– ca?- dijo Don Pablo, varias veces¡- cso ele los cuartetos lo dejaré para cuando sea viejo--¡Qué error, el dudar si Jm artis-

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