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-457- la Señoritn. María Lefébure-Wely, hij a del organista por enton– ces de La Magdalena, ó de Nuestra Sefíora de París, (este por– menor no puedo precisa1·), mereció las primicias del corazón de Sarasate, entablándo~e formales relaciones amorosas, que hubie– ran recibido fa sanción de la religión al pié de los altares, á no haberse interrumpido estas inesperadamente por razones que ni el propio novio ha revelado á sns amistades, puesto que tan sólo tiene declarado qne la suspensión de aquellos tratos partió de su elegida, con evidente desaire para él. Aquel rompimiento ::lió lugar á una de las composiciones musicales de Sarnsate, la que en el órden de edición va s.eña– lada con el número 9, titnlada "Les Adieux 11 producción que el lector encontrará reseñada en otro capítulo que signe ele cer– ca al presente. •S<irasatc, al revés de todos los grandes artistas, observó duran– te tod:t su larga carrera arllstica una conducta inmaculada.• ( G1·and111.:,ntag11e.) •Los billetitos perfunrndos que recibe en todos los idiomas, po– drían llenar un wngóu en cada ~1110 de sus viajes. Pero es lo que él dice: ¡Q,uién tiene tiempo p1mi taoto! Si fuese á responderá todos, ¿Qué sería del violin, amor de sus amores? (Ricai·clo Blasco.) Quede, por tanto, bien anotado, qne sus costnmbl'es hones. t~-is y su frugalidad fueron practicadas con firmeza tal, que sus amigos han atribuído á ellas la salud perfecta gozada por Sa– rasate hasta sus 63 afíos, á pesar de la destrucción orgánica que tantos viajes y tantas emociones habían neces<'lriamente de acanearle. Como no estií reñido lo cortés con lo valiente, ni el talento de Don Pablo podía. autorizar que aquella su actitud le impi– diera practicar las defel'encias y galanterías que el sexo fuerte debe reserva!' para el débil, jamás incunió en la menor des– cortesía, aunque allá en su juventud le acnrreó su condescen– dencia ciel't~ intermpción de una amistad que por entonces estimaba en mucho: ocunió el caso en la América del Norte, por el año 1869, y para relatarlo cetlo la pluma á mi distingui– do amigo Sr. Llaneces: "A la caídn de una tarde, Sarll.sate fué llamado urgente– mente por la sublime artista Oal'lota Patti. Acudió él al llama– miento, y oyó la petición ele un favor muy g1·ande. Sea Don Pablo el que bable, con el donaire y estilo peculiares de él: -¡.... Casi, casi con lá.grimas en los ojos, me dijo que el perro contaba más de veinticuatl'o horas sin salir, y que como ella estaba algo acatanada, y no se atrevía ni á asomarse á la ventana, deseaba que yo ¡únicamente yo! fuese el que diera

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