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-456- rado del hijo, ante la pérdida de la persona amada á quien de– be el sér. Téngase en cuenta que aquel año, el 1884, Don Pa– blonopudo venir ála ciudad nativa nn mes antes de completarse su orfandad; y que la ültima enfermediid de Don Miguel Sara– sate, no dió lugar á qtie su hijo acudiera á cerrnrle los ojos y recoger su último suspiro: ·Spa. 29 agoslo 1884 Querido Baldomero: No necesitn.rla decirte que todo lo que has hecho por mi pobre Padre no me sorprende, ni tnmpo:!o el carifio que me has demostrado en esta triste oircuostanchi como en mu– chas oh·as. Eres un noble cornzón y to quiero como te lo mereces. No te hablo de mi porque estoy tan triste que más vale que me ca!Jo. Cuanto mlls que tengo el con\'oncimiento de qne lo que ha matado t\. mi Padre ha sido mi ausenci.i. Esa idea no se me puede quitar de la cabezii, y es lo que me desespera cruelmente. Adios Baldomcro: recibe un abrazo estrechísimo de tu primo y mejor n.migo Pablo. Las nuevas 1:1elias de mi casa desde el primero de Octubre: 112 Boulevard Maleshcrbes.-Paris• Su misogenia no dependía de feminismo ni condición física alguna; su aver·sión á la mujer, castidRd inclusive, tienen su lógica explicación en el temor de que inclinaciones del cora– zón. destronasen en su alma el predicamento del arte, y poi· consecuencia el decaimiento en el dominio del violín. partien– do del supuesto de incompatibilidad de ambas prácticas. L o propio que le sucedía con la. mesa, el juego y los lico– res, le acaecía con la mujer, para la cual como esposii y como madre no había elogio bastante; pero en otro terreno le inspi– raba siempre profunda aversión¡ tengo de ello concluyentes pruebas en el testimonio de personas sérias y encanecidas que lo garantizan, citándome casos que no ti-aslado á estas líneas para que las mismas pnedan ser leídas por los ángeles del hogar. No me disculparían lo~ lectores si al llegar á esta página de las que pudiérnmos titular e: Recuerdos íntimos del predilec– to compah"iota,,, omitiese por exceso ele discreción, la circuns– tancia del noviazgo único del joven violinista: l\lhí por el año 1864, cuando ya su nombre era pronunciado con grande vene-· ración en el mundo musical de la vecina nación¡ cuando los abanderados del divino arte se conceptúaban favo recidos con la amistad del violinista por todos calificado de portentoso, cuando los más insignes maestrns se homaban cslrechan<lo la hechizadti diestrade nuestro admi1·ado compah"iota, una parisién,

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