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-454- 1.' ·Biarritz 26 Julio 1908 Querido amigo Alberto: En esta caso. todos Je esperan y :inspi– ran por V. ¿hasta cuando nos va á hacer sufrir? Hace un tiempo magnifico: no hay pulgas ni mosquitos: Villa y su Sra. vendrán unos dias; combine V. el viaje con ellos para reunirnos todos en esta. Animarse, que tocan á respirar 1\ire de mar. Avise para que le vaya á buscar á la estación. Reciba un fuerte abrazo de su verdadero amigo, Pablo Sarnsate.• 2." cBiarritz 8 Agosto 1908 Querido Alberto: Le mando un número del periódico lllúsiw que publica una composición rula del año 1861. Vaya una ocurrencia que ha tenido, pero en fin, interesará al público. Grandes calores: no es posible poner el arco sobre las cuer– das: mejor, as! recobrnré las fuerzas más pronto. Hasta pronto que tendrá el gnsto de abrazarle, su buen amigo, Pablo Sa1·asate. • Muchísimas veces entre los agasajos que se le dispensaron en todos los países que recorrió, hié invitado á banqlletes de príncipes, magnates, colectividades, compatriotas etc.; procn– ral;>a rehuil' esta ch1se de obsequios, prefiriendo llna sencilla comida en el hotel donde se alojaba; empero, algunas ocasi0nes la índole de la invitacic.ín ú otras circunstancias le impidieron declinar tal ofrecimiento; y en esos casos siempre llamó la atención sn prudencia en el comer, sobriedad ó frugalidad tal vez exagerada: puesto que la hacía extensiva á todas las coci– nas, t-0dos los platos, y todas las horas. Sóbrio en todo, el mayor lujo de sus comidas (compuestas cuando imponía sn voluntad de mariscos y legumbres princi– palmente) era tener á su mesa media docena de amigos. En esas comidas, en sn casa, ó en restaurant predilecto, esto es, en las comidas familiares, el anfitrión observaba indefectible– mente la misma costumbre. Gustaba mucho de que en la me– sa le acompañasen sus amigos, pero él se entretenía mientras los demás comfan, con la charla ingeniosa y sirviéndose con preferencia entremeses, cangrejos {1 otros pasatiempos. Las ostras constituyernn uno ele sus pocos atractivos en la mesa; tal vez fueron su único placer de gourmet. Abominaba de los licores, qne solía calificar con menospre– cio, y reservaba duros apelativos para las personas que al con– sumo de aquellos se entregan sin prndencia¡ consecuente con

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