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-446- sa, menos inteligente y menos honrada, habría explotado con éxito muy seguro, dejándose qnere1· sencillamente y adoptan· do ese papel ele tonto que alg nnos t'Íllos saben en nuestros dfas utilizar á maravilla. Para lograr su objeto, ya que no basta– ban las discusiones serenas, utilizó el recul'so de dejarse ol vi– da.da una cmta al alcance de las manos de determinadas per– sonas. quienes con su piadosa denuncia y sagaz argumenta– ción ante el becerro <le oro, completaron la obra. La Providen– cia, en sus designios inexcrutables, dispuso mas tarde las cosa1; ele otro modo, tal vez imprevisto en los cálculos formados para llegar á rccojer el codiciado fruto . Palmaria y temprana prneba fué esta, de grandeza de al– n1a y de generoso desprendimiento, porque es de nota.1· qne en efecto poseía. indicios para conceptuarse el heredero de la c uan– tio:sa fortuna de García, á pesar de lo cual su nobleza y su esperanza en el arte, le llevan hasta anudar el corazón , y nrros– trn1· las consecnencias de ser calificado de ingrato, cuando pre– cisamente el afecto y el reconocimiento habían totalmente in– vadido su espíritu. Con lágrimas en los oj os refería él alg una vez á sus íntimos este interesantísimo pnsaje de su vida, agre– gando conceptos de propia pequeñez ante aquel su amoroso protector, y de nlabnnv.as ni Omnipotente que puso en su ca– mino con providencial oportunidad aquel digno sustituto de su buena madre, en el día. triste y primern <le su orfandad. Dos años antes de rnorir Sarasnte, testificando el culto que ~u nobilísimo corazón rendía á aqnel Mecenas tutelar, sin cuya protección tal nz se hubiera mulo¡;rado sn porvenir, quiso re– verdecer los recuerdos de su nifiez relacionados con Don Ig– nacio Gal'cía; expuestos sns deseos en la tertulia de confianza que ea "Villa-Navnrra,, se reunía, uno de los concurrentes q uedó encargado de facilitar la visita de Don Pablo al que foé su domicilio, so asilo de Bayona, y allanado que fué el propó– sito, Sarasate, acompañado de sn íntimo Don Antero lrazoqui, hizo una detenida visita á la casa que fné del fil ántropo Gar– cía. Con sn feliz memoria, al recorre!' los pisos y depnrtamcn– tos todos del edificio, iba e1 nrtistn evocando uno íi uno los su– cesos más culminantes, y señalando hasta los rincones en que determinndos diMogos habían tenido lugar, reconstituyendo las salas, su mobiliario, decorado etc. etc. puntualizando la dis– posición en detn.lle y en conjunto, y especialmente e:1 el des– figurado saloncito donde tant<is veces entre los amigos del an– gel t.ntelar habfa dejado ofr su violín desde 18M en. adelante; pero t!m admirable como era en esta ocasión se memorin , ero.
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