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-22- ve impresió.1 de melancolía en el observador, delatando má:1 bien la costum· bre de abstracción, recogimiento y meditación, que ningún rastro de dolencia íisica: su talla no es mayor que la de un Stmdivarius gran modelo, y con su manecila apenas si puede recorrer el mástil de su \•iolin; y á pesar de Lodo ello, yo dudo que su maestro Sr Allard pueda locar mejor que su 111icroscópico disclpulo. Prescindo de la habilidad y limpieza amplios y concienzudas, de su estilo firme y correcto, de las dificultades y ob>táculos salvados, de los esfuerzos y tendencia evidentes. Estoy asombrado de tantos milngros coincidiendo en un solo ser; pero me asombra y me confunde mis que todos los stacaiQs del mun– do, el sentimiento y el alma de este nií'lo, la fran ca alegría, la dulce ternura, el amargo dolor que este portenlo pone en cuanto toca, en cuanto dice, en cur.nto canta con su mágico instrumento. Si es verdad que un instrumento es tanto más perfecto cuanto más se acerca á la voz humana, habrá que reconor.or que ningún virtuoso ha sabido hasta ahora comunicar tanta expresión, elocuencia tanta y encanto semejante, á un pedazo de m..dera y á cuatro cuerdas de tripa. No hay más que cerrar los ojos y abstraerse del medio en que se halla el oyente y creerá escuchar á Rubini en sus más tiernas melodías de In •s11w1it1·11n y de los "P11rilat1011ni ó 1\ la Malibrán cantando su romanza del "Sa•tlo,,. De tal suerle este maravilloso Sarasate ha ejecutado la fantasía sobre la "JfutUt"' que ni Mr. Allard su maestro que ha lranscripto la obra para violln, ni Mr. Aubert, aulor ce la misma, han podido jamás sospechar quese interpre– larn con sensibilidad tan exquisita, ni perfección tan asombrosa. El auditorio enmudeció hasta llorar y sus "bravos., conlo11idos violentamente en el tr11ns· curso de la audición, ban estallado a l Lerminar en una desenfrenada salva éín· descriptible pujilalo de vít0t·es y aplausos.., También se refieren A ésta época, aunque á otro órden de cosas, las siguientes linea~ que bajo el titulo • Recuerdo~ deSMasate•, Ar– mand Pareut, el único sobreviviente del • Cuarteto 8arasnte• (com– puesto de los dos citados, mas Van Wt\lfclghem y Jules Delsart) ha dedicado á Ja memoria de su cólega: es un lindo arlicnlo, mitad recuerdos de la. juventud, mitad elogios, publicado en •Le G1tide nuuical• de Bruselas, fü'tlculo q11e entiendo hn de ser del agrado del lec tor y traduzco y transcribo á continuación. "¿Quién ignora cuanli\ importancia so ha dado Mr. Allard con este "niño prodigioso,: que un día de fortuna, le vino llovido del cielo? En honor de la verdad, Sarasale no aprendió nada de aquól y nada le debía. "En mi calidad de antiguo segundo vioHn del "Cuartelo Sarasate,,, he teni· do ocasión muchas veces de oirle relLllar sus memorias del Conservatorio, en– tre las cuales con referencia á Mr. Allard, hacia notar una mala costumbre de su maestro bayonés: sostenía é3te mucha correspondencia parlícular que des· pachaba en su casa y llo•·,1b,1 consigo á 111 clase, cerrada ya, pero á falla de franqueo. Cada <li11 de cla.se y por turuo rizuroso, los discípulos recibían l,t or– den de conducir las cartas de su maeolro 11! correo y franquearlas con sus pro· pios recu111os. Cuando llegaba el turno á Sarasate, óste, no sobrado de peculio menudeaba su pi!Jfrra, es decir, no acudía á clase; pero el Mae~tro que lleva– ba sus notas <le turno con Loda escrupulosiddd, le cargaba un doble tumo á guisa de castigo. No Lardó Sarasale en apercibirse del contratiempo doble que su estrategia inocente producía en el ligero bolsillo, y acabó por resignarse á tan oneroso tributo. para el cual imprevioto, jaml\s tenia consignación en su presupuesto de S.500 francos anuales aproximadamente. Esta resignación, era según Pablo, lo más provechoso que habla aprendido de su primer preceptor de Parls.• "Sarasate no ha tenido como Maestro m:\s que sus dones Je naturaleza

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