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- 488- tas patrañas no son alucinación, sino una realidad manifiesta.. . ....hasta que Sarasate suelta. estrepitosa carcajada y descubre el juguete mecánico origen del bromazo, y i'mico agente de aquel espiritismo.....mate1·ial. Puede calificarse de jugnete, porque como tal lo utilizaba con singular placer el mismo Sarasate, un utensilio doméstico, de la época. en que su domicilio se alumbraba. con gas: era n11 ingenioso mechero, que merced á un resorte colocado en el pu· í'lo producía una chispa en el extremo opuesto; con esa. especie de bastón Don Pablo se gozaba de ir encendiendo él mismo to– das las luces de gas de su habitación, cnnndo por la. noche se retiraba á descansar. Otro de sus juguetes que con placer exhibía á los extran– jeros desconocedores de nuestras corridas de toros, era una pre– ciosa caja. de fignrns de plomo, representando nuestro espectá– culo llamado nacional; y es de notar que al manejar el p1·opio Sarasate aquellas piececitas y describir las suertes del toreo, se deslizaban alguuos.....embnchados que constitufan para el narrador su principal deleite, porque fué siempre gran aficio– nado {t la hipérbole, para. la cual su rica imaginación le colo– caba en condiciones excepcionales. La vanidad de Sarasate..... ? Será. piadoso hablar de esto? Y porqué no, ya que nunca pudo estar más justificada la vani– dad de un hombre? Por otra parte, será püsible escuchar du– rante cuarenta años las aclamaciones más estupendas sin que una exaltación interna nos haga creer dignos de ellas? La va– nidad de Sarasate tenía mucho de infantil, y por eso no era molesta. No rehuía el trato de nadie, ni aun de los hombres m{1s humildes. En todo cuanto no se refiriese al violín y á su renombre de concertista, e1·a un perfecto demócrata. Pero en tratándose del violín, el hombre se sentía, y con razón, todo un dictadOI'. Tuvo amigos periodistas y escritores que pndieron contri– bufr á mayor popularidad del artista; pero si como amigos los trató y estimó, no les hubiera perdonadü un rasgodeadulación en la prensa, pues tuvo siempre especial cuidado de no mendi– gar el favor periodístico para sn encumbramiento. Detestaba los apelativos en los anuncios de sus conciertos, y gustaba de que le anunciasen uá secas,, por su apellido, de cuya popnlaridad estaba tan convencido, que usaba ta1jetas con esta sola y única expresión. S.rnASATE.,, También en su vanidad se manifestaba su manera de ser

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