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-437- Áce1·ca de su tlesinterés, escribe Grandmontagne lo si– guiente: •J<;n sus tratos con los cmpresa.rios fuó de una corrección abso– luta. Nunca dió ocasión A oses lfos estrepitosos tan frecuentes on– lrc la gente de teatro; vcrnz, profunda.mento honrado, labró Ja for– tuna de no pocos empresarios, y aunque en ocasiones, aprovechan– do la competencia., pudo quintupli.car el vnlo1· de sus contra.tas, siempre permaneció fiel al con1promiso conlraldo. Era por condi– ción ingénita desinteresado, y no le dolía que su arte fuera para otros u11 gran negocio de t11q11i!la.. L ógica consecuencia. de esta manera de ser, tenía confian– za plena en cuantos Je rodeaban . Según me refiere su buen a.migo Don Enrique Asenjo. uno de los días en qne se dispon(a á salir con Sarasate del domici– lio de éste á la •alle, Asenjo notó que 1111a de las vitrinas se hallaba abierta y con las lla,-es puestas: - Don Pablo, esto hay que guardarlo mejor: ¿cieno?-Ie dijo. -Ah, 11101i cher: Estando aquí Charles..... Allo11s-contestó Sarnsate. He dicho que Sarasate gustaba de juguetes; y en efecto adquirió muchos, complicados, artísticos, diabólicos, en sus cOl'– rerías por el mundo. No debo deja1· al Jecto1· con la curiosidad que mi afirmación le hnbrá suscitado, y voy á presentar aqu' en función uno tan solo de aquellos ingeniosos artefactos; este juguete se oculta enti·e la tabla y el mantel de la mesa á cuyo alrededor se sientan in\'itados los amigos de Don Pablo; su in– significante gl'osor queda disimulado por las col'beilles de flo– res que ocupan el ce~tro. Dnrante la comida, la. conversación variada y amena, no ofrece dificultad á la rica fantasía. del anfitl·ión para encauzar aquella, hácia el tema del espiritismo, inventa~do en el acto una cualquiera de las mil patrañas que por su inverosimilitud snsciten la protesta. de los comensa– les incrédulos, ante las exageraciones típicas de Sarasate, en momentos de expansión, cuales eran eran los de las comidas en su casa. Ese es el instante en que disimuladamente Don Pa– blo tira de un cordoncito que po1· debajo del mantel viene hasta su puesto, y en el acto el juguete mecánico empieza á p1·oducir movimientos oscilatorios en todos sentidos á los vasos botellas, palilleros etc, etc, con la sorpresa y estupefacción. de los presentes, que levantados y distanciados de la. mesa obsel'– van no hay agente algnno debajo, causante de aquel baile macabi·o inesperado, col'l'obora.ción empírica de que las supues-

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