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-433- 0 tro con una cabeza de pollino, tallada en marfil, para puño. E ste bastón usaba el dfa 12 de Julio de 1908 en la corri– da ele toros que bajo su presidencia y en su obsequio se cele– bró en esta capital el día de su glorificación¡ es una verdadera obm ele nrte, que Don Pablo regaló al primer teniente Alcal– de Don Javiei· Al'bizu, en gnttitnd poi' el papel de consejel'o del Presidente, que l1abía desempeñaclv. Otro de caiia con puño de oro, regalo de la embajada Es– pañola en Viena. Dos con puños de piedras preciosas de la Sibel'ia, de dis– tintos colores. Y no recordamos de más, no pudiendo por tanto asegurar fu eran los únicos que gmwdase el estucho portAtil de bastones, que tanto estimaba y con tal esmero cuidaba. Claro está que en esa noticia faltan muchos de los que compusieron la colección aludida¡ los mejores de los citados estt\n en el " Museo Sarasate,, ocupando una vitrina ad hoc, en compañía de algunos ot.ros, también de gran vnlor intrínseco, que no han conocido mlís que sus íntimos. Esta su afición á la bastonerfa· fn é sagazmente explotada. poi· el travieso amigo Sr. Arbós, proporcionando á Don Pablo las preocupaciones y confusión consiguientes, hasta que más tarde se le aclaró el origen de todo ello, tal cual se contiene en la nnécdota siguiente que debo al ya citado pintor Don J osé Llnneces, testigo de In travesura: • V aya la última anécdota: Podríamos titularla el • bastón pro– dig ioso• y acaeció en Londres. Tenin. Sarasa.te como es sabido una ndorn.ción por los bastones. Un dh\ le regalaron uno con puno de oro y su nombre y apellido grabtidos delicndamente en el puno. Era un bastón finísimo y manejable, gustnndo por la. sencillez y el poco peso que tenla. Don Pablo-como nitio á quien le han regala– do un juguete nuevo- 11os enserió el bastoncito, encomiando su li– gereza y su poco peso, y co11 preferencia su grabado, tan delicado y tan bonito, afiadie11do de paso que ern único en el mundo y que di– fi cil mcntc se enconlrarln. otro bastón ígnal. Arbós al pasar por el cscnpn.r::\te de una bastoncría se encontró con unos cuantos exac– tamente iguales al de Sarasa.te. Compró uno y decidió jngarle una broma. En el bastonero del salón donde Don Pablo recibía, estaba el bastón famoso; Arbós Jo cnmbió por el que habia comprndo po– co antes, y esperó el resultado. Este no se hizo esperar, y fué as!. .Al llegar una visita, Don Pablo enselió orgulloso el bastor.cillo y encomió el fino grnbado que tenla en el puno. Al visitante (creo que ern el Director del Conservatorio de r,,011dres) todo se le voh·la mirn.r buscando ol grabado, y no encontrándolo se lo dijo á Don ~
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