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-21-· Uua circunstancia que no debo omitir a l llegará este punto, al relatar sus estudios en el Conservatorio de Parls, es la de que Jos eminentes maestros de aquella primera Universidad musical del muudo, daban caracter y solemnidad de concierto á las lecciones de aquel alumno portentoso; y ante el discípulo ejemplar y admi– rado, el público que nunca fa ltó, aun teniendo que suplicar la tar– jeta especial indispensable, escuchaba con éxtasis, le aplaudla y aclamr.ba con fruición, reconociendo y aclamándole como Llll génio dominador del arte. · A esta época se refiere la anécdota que sigue y tomo de un dia– rio inglés, suceso muy vcros!mil, porque nl\die ig nora que Sarasa– te cuidaba su romántica cabellera con el mayor de los esmeros, y cual otra Magdalena sobre los piés de Jesús, en sus anos de jóven la impregnaba de aromáticas pomadas: "Dícese que en cierta ocasión tocaba una pieza de prueba delante de su maestro. Era un día caluroso de verano. Por una ú otra razón, Sarasale ha– bía derramado un botecito de pomada sobre su flotante cabellera antes de la ejecución, y la acción del calor sobre la pomada fué tan desastrosa que cuando el impulsivo Allard se precipitó sobre el discípulo para abrazarlo por lo mara– villoso de la ejecución, probó el mal gusto del ungüento.,, En el concurso de 1858 alcanzó el primer premio de armonía, y como lo obtuvo siendo todavía un jovenzuelo de 14 allos, se colocó su retrato en traje infantil, como recuerdo de aquel suceso excep– cional, en una. de las salas del Conservatorio de París, hnciéndose constar al pié del retrato, quo no existía memoria en aquella casa de otro alumno que á tan corta edad hubiese merecido tan alto ga– lardón. Una verdadera casualidad, fruto de los desvelos de investiga– ción que en mi obsequio se ha impuesto el Sr. Vengoechea, me per– mite dar una idea fidedigna y exacta del juicio que Sarasate mere– ció a l público parisien el allo 1857, á sus 13 de edad, CLtaudo sin haber aun obteuido el codiciado primer premio, se le oyó por pri– mera vez en un concierto dado en el Conservatorio. En el Moniteur de dicho año, el critico •Fiorentino• (A. de Ro– vray) se expresa en los términos siguientes, que recomendamos á la atención del lector: "Séame permitido decir alguna palabra acerca del prodigioso talento del discípulo Sarasale: ante todo ¿dónde está el maesfro que p11ed8 co111para1·se e-011 esú discfpulo? Conffoso paladinamente que jamás he experimentado emoción semejante, cual la que me domina, á pesar de mis años y experiencia. La admiración que por regla general nos inspiran los niños prodigios, se suele reducir á un momento de sorpresa: una nota limpia, un compás afortu– nado, un paso difícil salvado con acierto, promueven el entusiasmo, y tanto mayor es éste, cuanto menor es la talla del ejecutante¡ mlis adelante, según va creciendo en estatura, el entusiasmo se va debilitando.......¡ estos genios preco– ces aborhm la mayor parte de las veces, y con razón se les denomina "frutos secos del porvenir.,, Empero, nada de eslo sucede con el joven Sarasale: á su temprana edad cueula larga historia de estudios, puesto que ya á Jos seis años, trabajaba con ardor y asiduidad sin ejemplo. Su cabeza presenta todos los lóbulos delatores de la voluntad y de la inteligencia, admirablemente desarrollados y equilibra. dos; su mirada dulce y tímida á la par, penetra valerosa hasta lo más profun. do del espíritu, y la ingenua sonrisa que en sus labios se dibuja, deja una sua.

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