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-429- concepto de muy andariego, cuando se apercibieron de que ha– bfo. hecho solo los 14 kilómetros de Biarritz ;~ Bayona, ida y n1eltn por la barra¡ los movimientos gimnhticos en su domi– cilio y los ejercicios físicos al aire libre le cautivaban¡ hasta el aiio 1!>06 no tomaba nn coche para ¡>l1seo; desde su enferme· dnd de Darmstad, hubo de nsarlc. L os ,·iajes constituían para él nn ''erdadero cleleite, y con– fcsnba qu e sin darse cuenta de ello, sus incesantes excursiones le hnbfon proporcionndo bnenn pnrte ele 1m ilustración. Abominaba con toda energ ía del antomoYil, y fundaba su antipatía lmcia. este moderno ~istema de locomoción, en las mo· lestins y pelig ros que origina ;Í los demás viandantes, y en los diarios ut1·opellos que rngistra el auton1obilis1110 en todas las naciones que le cultivan. La fiesta que hemos dado en llamar nacional, las corridas de toros, han constituí::lo en Snrnsate una de sus predilecciones, en términos que di1ícilmente se registrará corrida. alguna que coincidiendo con su estancia en alguna ciudad de España , no haya sido presenciada por Don Pablo. Como también sn íntimo 11migo Arrieta pndecfa esa misma afición, pero con un conocimiento de Ja tauromaquia mny su– perior al de Sarasate, ernn ele ver y oír las discusiones, con acompniiamiento ele suertes simuladas, actitudes etc, que entre ambos se entablaban'~ diario. Yéase como el ,·eterauo Don Emilio Arrieta da cuenta á Sarnrnte de una <le eM1s fiestas por él presenciada en la pinza <le Madrid: •Madrid 6 Septiembre 1881. Qucridlsimo Sarasa.te. Lel en la prensa que se han divertido Vds. mucho en Vitoria..... Confieso que me ha llegado al a lma, vcrmo separado de mis inolvidables y simpáticos companeros do Pamplontt, S. SebasLián y Bilbao, Desde que llegué á la villa y CortiJ, he tenido que ocuparme de mil l\Sllntos del Conser vatorio y Teatro Rcnl; ayer me desquité un poco asistiendo ti un:i. buefü\ corrida de toros deMium, cuyos nom– bres Esterero, Tornero, :\firacielo!!, i\ínrizmcno, Cigarrero y Gn– Jlarcto, pru:nríin á la historia. por su bravuradigna de la diY isa. ver– de y ncgrn que ostentaban. El último, sobre todo, no dejaba tltere con cabeza: mató seis caballos y pudo haber acabado con un es– cuadrón si la lidir. de varas hubiese continuado el tiempo necesa– rio. ¡Echo muy de menos nuestras pnrtidns de mus y tantos ratos agradables que pas:i.ba con V., ttmabilisimo Pablo! No es fácil ol– vid1irse del trn.to cordial y generoso con que V. acostumbra á ob– sequiar á sus amigos! Dios quícrn que ol itfio venidero p:>dnmos re– petit· las mismas expediciones,

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