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-426- •En su casa, en el hotel, en viajes, gozaba escuchando contro– versias que él mismo se complacia en susdta1·. Le compl:tcían los juegos ele naipes, pero nunca con pasión, ni como vicio, sioo por pasatiempo; aborrecía los juegos de nzar. En• muy comedido: no bebia más que para co.lmar su sed . No se dormía sin antes haber leido, acostado, algunas horas, lo cual le impedía madrugar. Levantado, gastaba mucho tiempo en su toilette y gimn¡\sticos ejercicios. Ha devorado libros en <:antidad fabulosa, pero las lecturas del alma, y aun mfts, los libros históricos y ltts , iornacl.ts b6li– cas, le cautivaban en extremo. Dotado de una excelente memoria, se a montonó en él gran cnudal de conocimientos, que á veces hacía explosión en sus con– versaciones, originando momentos hermosos á sus oyentes. Su mesa, siempre acompaflado de intimos, le era muy grata; en esas ocasiones demostraba su buen sentido, su excelente humor, y amenizaba los diálogos con chispeante iugenio y con la evocación de anécdotas á millares. Lo mismo hablaba de las costumbres de Jos animales, como de los grandes estrategas de la humnnidad, de armas y de fortn.leza.s, un n. de las cuales, la de Gibraltn.r, hnbia vi– sitado por dentro, merced <l. especia l autorización que le otorgó su británica amiga, la Rcin<:l. Victoria.• Luis Ilonafoux, el popular cronista parisién ha dado á la publicidad algunos pormenores de J¡i. vida íntima de Sarasate, que atestiguan la franq ueza festiva, y expansiva travesura, i,i&mpre reservada para sus predilectos. Véanse algunos de aquellos: · De todo lo mucho bueno que la prensa de Parls ha publicado espoutáneamente, y con carif\o, acerca de In. muerte de Sarasate, nada me parece tan tierno como esta carta.de 8aint-Snens á un pe– riódico que recordó una desavenencia, que hubo entre dichos ar– tistas, por la apreciación de una obra de Rubinstein: •Con sen timiento-dice 8aint-Saens-he leido Ja alusión á un enojo que hubo entre Sarasa.te y yo, tan pasajero, que yo lo habla olvidado, y seguro estoy de que tampoco Sarasttte lo recordaba. •Yo escl'ibi para él mis princip!tles obras de violín. El las pa– seó por el mundo entero, y á su maravilloso talento debieron Ja fortuna. Mi gratitud hacia Sarasate no ncab,wá sino cuando mi vida ncabe.• . Yo vela á Sarasa.te por temporadas, porque creo que la. fre– cuencia, come Ja confianza en el trato de los amigos no resulta; pero esas temporadss eran bastante íntimas, y en ninguna de ellas recuerdo h¡tberle oldo la. menor alusión á su aneja destivenencia con Sa.int-Saens. Recuerdo, eu cambio, que Je queria fraterni\l– mente; que tenía en mucho su talento de compositor y en no poco sus genialidades de artista, y que se complacía narrándolas á su tertulia. Creo que Saint-Siiens era uno de sus amigos predilectos, en cuyo número eBtaban también Goldsch1? idt 1 Diemer y Baldelli.
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