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-416- Hay, pues, que reconocer el mérito de haber infundido el sentimiento del patriotismo á. SllS compatriotas, y naclie que poi· ello hnya pasado, me negará, con la mano sobre el corn– zó·n, que el egregio navarro hi;r.o correr por las venas d<:l sus paisanos expatriados, chispas deslumbradoras de altivez y 0 1·– g11llo, no fugaces, sino perdurables en impresión y en recner– do. Al pasear nnestros aires populares por el orbe culto, había que contemplar en él á llll angel mensajero de amor y frater– nidad humanos. un embajador pacífico y seductor, un rey mr.go dislribuídor de sensaciones deleitables sin ignal, nn be. néfico redemptor que prodigando melodías espirituales, iba ganando simpatías y afectos para su ido!atrada patria. C)omo quiera que Sarasate hacía gala ante el mundo ente– ro de su amor á. la patria nativa, y lejos de ser un secreto, se sabía por todos sus admiradores esta circunstancia, procura– ban estos bienquistarse con el grande artista cuantas ocasio– nes de ello se presentaban. Así aconteció, que celebrándose en .el Palacio Imperial de Berlín un concierto por Don Pablo, en los días en que la posesión de las Islas Carolinas fué dispu– tada por Alemania á España, lfl. conversación sostenida entre el Emperndor germano y el Rey del ,·iolín recayó sobre aqne– lla cnestión candente entonces; y como Snrasate se expresarii e1: términos del todo acordes con su españolismo, tuvo la sa– tisfacción de escuchar al Augusto interpelante las siguientes palabrns: "Usted conquista pacíficamente mi Imperio: el asun– to de las Carolinas se arreglará pronto y á satisfacción de to– dos.,, (a) El menos psicólogo de los lectores tiene reconstitnído ya el carácter de Sarasa.te con solo la lectura de liis cartas que preceden á esta página El complement.o del epistolario de D. Pablo, que el lector hnllar{i en este capítulo, no huelga sin em– bargo; y fl.11n(1ue no es nuestra selcccionnda la colección que signe, constituye un indicio qne nos permite deducir uo hfl.bín en el genial artista resen·ados determina(los estilos, sino qne 8iempre campearon en sns escritos la sencillez y claridad, la riqneza de su imaginación, la familiaridad y el ingenio chis– peante, reflejo fiel de sn conversación hiperbólica, típica nota de t:1us festivas C<11tseries, cualidad inolvidable que tanto co– mentario ha merecido de sus íntimos. Véase la primera mnestra: (•.) l)e los rccuertlos ~. Mousiem· Gold•chmitlt.

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