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- 19- "Cuando llegó su úllima me hallaba en Pamplona con Pablo, pues se em. peñó en ver las corridas de toros de San F'ermin de Aldapa, y quise darle ese gusto en premio á su aplicación; á la vuelta paramos en Bazlán, en casa de mis amigos, y de regreso á. ésta preparamos nuestro viaje á París. El año próximo lrnsla las vacaciones lo pasaré allí; pero mi preocupación es lo que ha~é entonces con él, siendo demasiado jóven para manejarse sólo.,, Los datos precedentes bastan por si solos para comprobar el aprove('hamiento del joven artista y su decidida vocaéión, en cuyo ejercicio 1-1.brigaba fé sin límites, ::0010 el tiempo había más adelan· te de comprobar; mas sino te' convencienin, h~ctor amable, me permito rog<trte prosigas el ojeo de estas páginas, seguro de que te parecerá cumplida prneba la que sigue: Al finalizar su segundo curso semestral de 1857, obtiene por unanimidad la más alta y codiciada recompensa, el primer premio, único de In. clase de violin, en porfiada y desigual oposición, ante un Tribunal qne preside Mr. Anber, Director del primer Conser– v::ttorio del mundo, y ante uu público extasiado que abre desmesu– radamente los ojos, recelando que le enganen sus oidos, y que en una sola persona, en un jovenzuelo, el más nil1o de los opositores, pucdnn reunirse tantas facultades , tantos encantos, tantas perfec· ciones: no Yalgan, lector mis apreciaciones, abramos •La Fl'ancia 111t1sical11 que bajo el seudónimo de •Ji~s'us• relata el n.conteci· miento: · "Hemos resetvado-dice el crítico-para el fin de nuestro t·elato, el núme– ro en que apareció ante nosotros el jovenzuelo Sarnsale, para ejecutar la fan· tasia compuesta por su maestro Monsieur Alard: la talla del ejecutante es semejante ñ la de un violín, pero fueron para él todo~ los honores del solemne acto: tres llamadas del público, y en lodas ellas fué preciso hacerle salir á la fuerza, pudiendo darnos cuenta de que el niño llornha. Raramente hemos encontrado en un instrumentista igual exactitud y pu· reza de sonido; su manera de deci1· está á . la altura de su ejecución: hemos limpiado repetidas veces Jos anteojos para convencernos de que era él solo quien tocaba, y que no ayudaba detrá~ de él vira persona: verdaderamente eran suyos aquellos staccatos, arrancados con una limpidez y pureza que nin– gún otro artista podía oblenet'. Cnando Jos pequeños prodigios llegan á estas alturas no hay comentario posible que no parez~ exagerndo: la verd:id es qne se trata de un gran pro– chgio en el presente CASO. Le pasa á este niño lo que al instrumento que tocR: el violín es perfecto de~de que fué inventado, en lodos los detalles de su constrnczión; y el joven minúsculo Sarasate lambiéll, porque·ha venido al mundo cuando ya sabía tocar. Que el Sr. Alard, su p1·ofesor, nos dispense.,, Después de este relato buetg·a todo comentario; sin embargo oiga.mas A •La Espuria Al'tistiw• que en su núm. 8, correspondien· te al día 21 de Diciembre de 1857, d1ilm cuenta. del acontecimiento en un articulo del cual entreso.co los párrafos siguientes: "El Mal'les 8 del corriente tuvo luga1· en el Cvnservalorio nacional de músi– ca y declamación de París, la pública y solemne disllihución de premios. Pre· sic.lió el acto como delegado del Gobierno, Mr. Blanche, Secrelat'io general del Ministerio de E~lado, acompañado de algunos otros funcionarios públicos, y teniendo á su lado al compositor celebrado Monsieur Auber, Director del

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