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-412- amor ti la tierra donde Yió la luz, al pueblo en que transcurrieron sus primeros anos infantiles, al horizonteque sus ojos <:ontempiaron en los albores de la vida. 'l'odos los nnos, doquiern. estuviese, teniendo que atr;n·esar el Océano, en ocasiones desdeúando otras pingues contratas que lelrn– bieran nlcjado de la adorada patria, al aproximarse el dla de San Formin, pMrono de Pamplona, su ciudad 11atal, el eximio Sarnsate veuia t\ Espnna, y prosenci:ib1\ la~ fiestas de su pueblo, u110 de CLt– yos números más seusacionales, que ya no bn.11 de volver A repetir– se, era lii nudición de los conciertos 011 que el Rey del violín ofrc– cia grntis h sus paisanos, con prodigalidad sublimo, los tesoros de su ar te que en otras ocasiones sólo ora dable percibirá los privile– g iados. Cual si presintiesen que por últimn vez deblan tribut1u· el ho– menaje consabido á su ídolo, este ano pareció desbordarse el entu- siasmo de los pamploneses•..... ... Otro distinguido escritor el Sr. D. A. Cortón, ha trntndo este mismo punto con gran detenimiento en un precioso artí– culo, cuya parte principal no puedo menos de transcribir, y dice así: · EL SANTO Y EL VlOLINI::>'l'A ¿Q.uión es el que asegurn que el artistll no tiene pntria? No ha– réis trt\ga.r esas historias á la buon::i gonte nava.rrica ... Y 1qué herogla mns espantosti en dias como estos, cuando Snrnsate esti\ en Pamplona y cuando San Fcrmtn recibe al gran •D. P.iblo., tan gloyioso y tan bueuo!. .. Y habían do ncc¡.itát' los nnvurricgs un desatino tan enorme, viendo qne el maestro les visita, y que antes tal vez se secarlau el Bidasoa y el Ebro que fa.ltar él, on ningnn ano, á !ns fiestas ruidosas del vcnerat!o San Fer rnln!... ¡Pues qué! Si él no fuera (si n ofender á ningiln otro) el mC'jor hijc de Navarra ¿se Mordar!a de que nació en los valles floridos que ha inmortali– zado la leyenda, y lejos de los cuales, el Mtista, nnn aclamado hasta el delirio por todos los públicos de Europa, siente angustia nostAl– gica pensando en el santo de su pueblo? Pero, además, este gran músico, que en compania de San Fer· mtn, recibe la adoración de sus paisano1:1, merece así mismo la ad– hesión y el carillo de todos. No es necesario ho.ber nacido á orillas del Arga: no es necesario haber sentido la honda poesfa de Ron· ccsvalles para comprender al gra•~ nrlista, á la vez compositor é iutórprete de la LUúsica de las regiones. !fa escrito obras sábias, que corren aplnudidns por el mundo. Ha interpretado con maes– trfa á Mozart y á Beethoven; pero sus caprichos andaluces, sus jotas, sus zorrzicos, escritos por él y por su violin interpretados, están ahl para decirnos si el inimitable violinista es espaliol ó es extranjero, si tiene ó si no tiene patria; y para probarnos ademas que no sentimos entusiasmos ni merecemos poseer á este admira– ble a rtista, cuando no vi~mos á Pamplona como se va á Bayreuth .... Nunca olvidaré la última vez-ha:::o de esto algunos años-que ol al violinista. Fué en Madrid, y en un teatro-circo que ya. pasó A la historia. Los artistas italianos del Renncimiento eran muy da·

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