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-!02- Poco á poco, y conforme me ful dando cuenta de su caracter, llegué á notar, entre otras cosas, el notable contraste que ofrecía su seriedad parn todos Jos asuntos y para todas sus palabrns, poco corrientes en los artistas qu€\ como él percib<'n directame.nte del público sus más escogidos apla11sos y sus más ardientes OV•lCiones, con el buen humor, y con su carácter verdaderamente infantil. Aprendió dicha seriedad, en Jos primeros anos dificiles de su carrera., y como nifio mimado de la Fortuna (muy bien merecida), como nifio vivía. gozándose con sus juglletes, (traduzeámoslo en bastones, joyas y otras cosas curiosas que le daba por coleccionar), y entre los aplausos y los vítores de todos los públicos que tuvie– ron la dicha y el orgullo de poder oir sus didnas notas. Una de mis primeras ideas fué la de r etratarle, pero uo Yi cumplido mi deseo hasta tiempos después, á caus<\ de sus cor tas estaucias en París. Al fin, é invitado por él parn. pasar un \·ei·ano en San Sebastian después de las fiestas de San Fermln, vi cumplido mi deseo, pi11- tn.ndo el retrato que tuve el honor de regalar á la Excma. Diputa– ción de Navarra. Este retrato me sirvió de base para hacer un es– tudio del gran artista, y unos Mios después, pin té el qnc tengo eu lugar preferente en mi estudio, y querepresenta al sin par Don Pii– blo en el momento de comenzar un concierto en Londres. Es un cuadro de grandes dimensiones, y por el cual en París me dieron hace ya bastantes anos la Legión de honor. La figura excelsa del sublime viol in ista se destaca en primer término, con su digno continente, sirviéndole de fondo la orquesta. No me ha guiado otro objeto que sintetizar su silueta y el gesto que antes de comemmr el concierto ern. p~culiar de él, en que do– minando sus nei·vios, en medio del silencio y de la espectación del público, entregábase con alma y vida á Ja sublimidad de su Ar te. Accediendo á sus ruegos y acompa.fiado por varios amigos, en– tre ellos Ricardo Blasco y Eugenio Ferraz, presencié un aiio las fies tas de esa noble ciudad. ¿Para qué decirle á V. que guardo una impresión imborrable en mi alnrn, y un gratisimo recuerdo·que 110 se me olvidara nunca, sobre el agasajo ele que Íué obj eto Don Pa– blo? Vd. que sobrndamente conoce el cn.rifio y In adoración qne le tenian sus paisanos, puede muy bien fi gurárselo! Cuando se descubrió la lápida conmemorativa en hi casa donde nació, le acompalíé también, y le regalé un apunte de color, que hice con este motivo, y que segura.mente figuran\ en unión de otros pequefios recuerdos que tenia míos, en la donación que ha hecho al Ay un tamiento de Pamplona. Al hacer amistn.d con Don Pablo, Ja hice con el amigo Otto y con la eminente artista Berta ?ifarx. Según mi entender, Otto ha sido para Sarn.s: :i.te el complemento de su carrern, sin que por esto quiera yo decir que Don Pablo haya dejado de ser el grande y el divino artista que todos reconocernos, pero á los nrtistas que só!o entendemos y pensarnos en la sublimidad de nuestro Arte, y por lo general para otras cosas somos deseq uilibrndos, nos serhi suma– mente grato el tener á nuestro lado un hombre de tan relevantes dotes como Otto. Mas por desgracia un Goldschmidt abunda tan poco ~omo un gran artista.

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