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- 399- as( en publieo como en privado; procurando ser observador de todo cuanto le rodea; imprimiendo en s u estilo epistolario la misma jovialidad y g rncejo que en s us conversaciones; abo– mina del vicio del jnego como vicio; le son indiferentes los placeres de la mesa; bebe muy poco: fuma para distraerse na– da más; la muj er <}ne como espo~a y como madre le merece, ventración profunda, le .inspira aversión en cierto concepto; pnrn la política reiierrn sn mcno~precio, lo que no le impide manifestar en püblico s u fuerismo; el amor filial, brilló <m él como corresponde á corazones nobilí!;imos; así tnmbién se ma- 11ifestó en sus relaciones, alguna de las cuales le tnvo por vo– lnble; muy confiallO en su robustez, llegaba ha&ta molestarse si se lo s uponía enfe rmo; le era enfadosa la etiqueta; le. delei– taban los vinjes con todos sus mil incidentes; su diversión fa– voritn, el juego del müs, como el más típico de los del país amado. Tan sencillo como en la mesa es en el vestir; j amás esclavo ele la moda, sus sombreros, su en.Izado, sus trajes, son invariablemente de la misma forma y hechura; aquella. corbata siempre negrn , en la que j iimás se clavó uno de los riqnísimos alfileres qu e posefa es el lem;i de la reb eldía de Sarasate con– tnt el moderni:;mo; sn toilette dinri¡-1. era prolija, y cuidaba s u cal>ellera con maternal esmern como profesional emblenrn; la hora gimn{1st.ícn ningün día. fué omitida. Veamos ahorn si en lo5 juicios ajenos se confirman 6 des– virtLÍan los que el autor acaba de estampar, como r esumen de i111pl'esio11cs recogidas en los muchos impresos y manuscritos con detención cxami11ados: •Eo el suniuoso atelier de Sarasate se reunen los primeros ar– tistas de Parfs y de Espnlia. y de tres á seis s0 pasan las horas sin sentir. Ahora están a J ui casi todo!; los pensionados de Espafüi y de América, y los nrtistas espaf\oles qne han terminado gloriosamente su in,·ierno. La Cepeda que viene de Madrid cubier ta de laureles; FernAndez Arbós, Rubio, Liznrralde, Albertini, .... ... Todos estos violinistt\S y d oloncel listns se juntan alli con Delsart, Diemer, Bernard, Lalo, Berta Marx... . E l ateliei· del 13oulevnrd Malesherbes me recuerda Ja patria: me encuentro allí en f.uuilia y olvido por completo la Cámara, la Re– dacción/el fran cés, las fri\'Olidades que en París me rodean. Otto Golclschmidt me habla de teatro y de comedias espall.olas, y me obliga <\ h<tblar alemán como maestro carit1oso; Cepeda me recuer– da nuestros com ienzos en In Za.rzuela; Albe1·tini mis primeros t~üos de París, Rubi0, con su carncter franco y angelical, y Arbós con su chispeante gra.cia madrileña, me trans portan {i la madre Espa– fia, y á veces se interrnmpe Ja músirn clásica y se improvisa un concier to de seguidillas y playeras que nos snea á todos de quicio,

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