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-895- llas alguuas carretas de bueyes; es un agua-fuerte por la que D. Pablo siente veneración y cn riño. Pasemos nhora á una vitrina que enciel'l'a sin fin de con– decornciones otorgadas Hl artist~ por los soberanos y prínci– pes del mundo, encantados po1· su arco ruarnvilloso; ocupan preferente lugar las procedentes ele España y de Francia. Retratos.... imposible enumerarlos: con y sin dedicatoria, (la inmensa mayoría con autógrafos), los hny de Rossini, Whistler, varios de la Reinn o: María Cristina de España, de la de Ita– lia, de amigos los más queridos, de admiradores de ambos sexos, de grandes músicos, como Paderewsky, Debroux, To– ledo, Diemer, Delsart, Baldelli, Sobrino, Mancinelli. Gayarre, Zabalza, Anieta, Arbós, Parent, L laneces, V!In Weltelghem, Saint-Sal:\ns., Mdme. Marx y su esposo Mr. Goldschmidt, Pcrez, Chapí etc. etc.; pero dejémoslos, porque con solo catalog1U·los llenaríamos las cuartillns reservad!\s á este invent.ario que ha– cemos en Navidad de 1901. Hé aquí ahora un soberbio piano de Bechstein, en cuyo atril hallamos casnalmentc una obra en gestación u Danzas es– pañolas,, que más tarde electrizaron á centenares de pt'tblicos y aplaudieron millares y millfH'es de nianos. · A pocos pasos de distnncin topamos con otro piano de cola, un Erard, de cuyas cuerdas tantas a1·monías 'arranca, nnas veces la inteligentísima Be1ta Marx, y otras el admirable Dieme1'. (a) Sobre la elegante cubierta se encuentra todavía el Wui– lla.ume, el violín de estudio, el que dormir{~ en la Ciudad na– tiva, mas cerca que los Stradivarius, de aquellos dedos inmó– viles ya por una eternidad...... No lejol! se encuentra la caja de batalla, el estuche en que viajan con su Rey los dos Stradivarius...., de los que ya nadie esonchará la deliciosa sonoridad, las cascadas de notas des– lumbradoras, engarzadas como irisados collares de selectas perlas, las angélicas cántigas, entonadas po1· seráficos coros al pié de los tronos celestiales....... . La efigie de Paganini allá cerca!'la, no piu·ecerá ya ani– marse al brotnr de las cajas divinizadas los tol'l'entes de armo– nías que la mano del navarro esclarecido, y nadie mas, s11po arrancarles. Recorriendo aquella mansión, otra vitrina merece nuestra (a) E.te piano, propiedad de la ~a.aa Erard, hlio inntcea.ario et Beehstein antes titado, <¡ue por tal razón dcupartcló poco dupuh del domicilio de Don Pablo 1 puó á Villa Navarra •• 1901. dude donde vendrial Mu&eo Saruate, pore:cpresa dispoeiclón del que fui tu duefto.

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