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--383- sefior Aknlde, Sa.ri1snte fué investido por éste de Ja banda y cruza– do caballero Gran Cruz de Alfonso XIL Hermoso y emocionan Le especu\culo. El hijo predilecto de Pam– plona haciendo esfuerzos por con1ener su llanlo, lla~ro de emo– ción, de ¡rro.titud, de amor A su pueblo, y el público furra de si nclnnrnndo á su il ustre y eminente paisano.... Drjo In pluma en la imposibilidad de hacer con ella un bos– quejo pAlido de este acto emocionante, ysólamente rindoá mi que– ridisimo paisa.no el insignificante pero muy cordial homenaje do mi ndmirnción entusins: n. y ferviente cariílo por su indiscutible reinttdo en el arte, y por su ac~ndrado patriotismo • Interrumpo un momento al periódico cuyas líneas ven– go transcribiendo, para agregar <¡ue era tan conmovedor el espectáculo en aquellos ini;tantes supremos, que muchísi– mas lágrima.<> anublaron la ;i,;ta de lo!! c•mcurrentes, especial– mente de las señoras; no se oían sino vivas incesantes partien– do de todas las localidades; el público en pié evidenciaba la honda emoción que le embargaba. Samsnte había entrado á su camerino, p<llido, mudo, tembloroso, entre Pl grupo ele ediles que rodeaban ni Al't.ista y al Al cnlde; allí, apenas desapareci– do de la \·istn de pírblico y de curiosos, llorando como un ni– íio, sin poder articular palabrn , se dejó caer desfallecido, pa– ralizad;\ la \·oz, vcncicio ante el amor y el c:,riíio y la g r111itud recíprocos entre él y su pueblo, aquel hombre que ve11ci6 á tantos pílblico~, se dejó caer-repito - en brazos del Sr. Irnjo, abriéndole los suyos, y dejando correr de aquellos hermosí– simos negros ojos, un raudal de gruesns lágrimas que suplieron nbnndantcme11te la mudez absoluta que sn honda imprtsión le imponía; permaneciendo así largo rato, hasta qne repuesto al– gún tanto y abrnzando estrechamente al pueblo idolatrado en la persona de nuest.l'o· Alcalde, pudo trabnjosa y débilmente nrticn lnr una breve frase de gratitud. Cuando pnra corresponder á los estruendosos vivas salió á eocena, la emoción habfa tmnsformado su color. sus ojos, su semblante todo, en tal g rado que aun sin h aber presenciado la escena arriba descrito, la adivinamos y erupeznmos á de– plorar el dníio físico qne pudiérnmos haberle originado: ¡Qué sonrisa tan expresiva, qué miradas tan cariíiosas las snyas, clrnndo compnreció varins veces en la escena, lle\·ándose am– bas mnnos al nobilísimo pecho, para testimoniar sns sentimien– tos! Aquella escena, qne fué muy poco conocida del . pírblico, ha conmovido á cuantos luego la han escuchado de labios del Sr. lrnjo, y merece ser consignada en este lugar. Al poco rat.o y acompaíiado Sarnsate por el Gobernndor y

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