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-381- EI Exaudi Deus de Florcuce (coro mixto) que cantó el Orfeón ~n el primer número, fné detallado y dicho de modo imposible do 1·eliitnr ; fraseo correcto, separado, igunldnd de cuerdas, acenltla– ~ión expresiva. cot'l'eCtr\ ,·ocaliznción, ajuste perfecto. Como no trato tlr: dar á conocer nnestro Orfeón, no necesito en– t1·ar en detalles de critica, pero con solo esto número bastaría. pa– m cimentar Ja fama de nuestro Orfeón. Noti·e vie est-ell e a11Jre cltose qu' une série de vréli~des á ce cha11t ínco1111ti do11t la mort e11101111e la premiere et sole1rnellé 11ote1 Ese pensamiento de Lnmnrtine sirve de inspiración fundamen– !nl A los preludios de Listz, poema sinfónico dificil de describir en una crónica. De todos modos ¿fu é qne los profesores de •Santa Cedlia• se han crecido este ano ó fu é que el gr1in Villa los inspira? No sé, pero olmos e11 este número una orquesta digna de pre– sentarse en frente de cnalquieni otm, por buena que sea. Y ya sa– ben mis queridos profesores que no soy amigo de adulaciones. Lo mismo en esta obra que en el ldilio de Sig(i·edo de Wagner, ejecutado en el concierto segundo, y en d do •La jU\•entud de Ilér– culesn ejecutado en el primer concierto, •Santa Cecilia• rayó A una nltura tan grande como yo no la ho visto nunca, y ya hace unos años que Ja conozco. A continuació11 nrnrcaba el progrnri111. o! cuarto concierto pt\l'!l. pia110 y orquesrn. (op 11), dc·S1iínt-Sa~11s, pero á peti':ión del pú– blico este número fuó sustituido por la •F1\11ta:1ia Espaílola., de Villn, ya l'jecutad11 nntes, en el segundo concierto. Ya nuest ros lectores tienen noticia de esta ohm que Ami me impresionó profnn– damcntc, especialmr.nte su último tiempo, el del tango ó zapatea– do final, que es genuinamente espallol, pero nuevo, elegante y ,·a– liente. llcrtn Narx lo ejecutó como no lo habrla ejecutado mejor nin~una artista de su 1alla y condiciones, siendo espaiiola. Y llegó el momento solemne: Sarasa.te salió ni escennrio y el público se a.rreb11tó en frenesí delirnnte, tributándole una ovació11 cstruendosii, que so trocó en sile11cio profundo al souar la primera nota de su violín, porque el violin de Sarnsnte tiene eso, que hace contener la respiración por no turbar aquella di"ína sensación que produce al oírlo. Tocó In •Introducción y Rondó caprichoso•, de Saiot-Sn~ns, y este número fué como todos los suyos, el número primero. Es imposible reducir á palabras la labor de Siirasate, porque existe una comunicación de su corazón Mtista á sus manos, que se puede asegurar que 1!1 obra que él toc11. no es obrn interpretada, es obra siempre creada por su génlo, y nunca un compositor llega en su obra á donde Sarnsnte llega en In C'jecución de Ja misma. A veces hnre ,·erdadero alarde de su genio, como en el segundo concierto , en el que al tocar fuera de progl'l\ma, tocó aquella haba– nera de la Galli1m ciega que nunca olvidnremos los que Ja ol.mos, y en la cual nadie se babia fijado hasta que la oyó á él. Tanto iuterpreti\nclo ASaint-Sn(!ns como al final de la Jota de Pablo, fué Sar:isate objeto de unn ornción delirante. Después de este número llegó el momento solemne do la. entro· g:i y colocación de las insignias de la Orden ci"il de Caballero

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