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-379- estaba también anunciada la participación del aplaudido y no– tabilísimo violinista pamplonés Sr. Vengoechc11, discípulo del gran maestro hayc, que accediendo á reiteradas indicaciones del propio Sarasate, su amigo y contertulio, ejecutó eu nnión del preclaro D. Pablo la " .lota .Navm'l'O ,,, composición de éste, duo para violines, con acompai'íamiento de orquesta, obra que hacía ya muchos alios no se había ejecutado aquí y que su genial autor dedicó á nnestra Excma. Diputación Foral y Pro– vincial. L a "F(lntasfa sobre la flauta e11c(l11/ada,, cuyas primicias con orquesta, había querido Sarnsate en los ailos 1907 y en el pre– sente reservar :\ su querido pueblo, no pudo ejecutarse; la de– bilidad de fuerzas que desde la. prima.vera venía. aquejando á Sarnsate, la, tenaz insistencia de sus insomnios, le restaron dis– ponibilidad para 111 difícil ejecución en el tercer concierto, y hubo que sustituir esa obra por otra más sencilla, como era el "Zorl.áco Miramar. El público putl~ apercibirse el día 11 que la salud de su artista amado dejaba bastante que desear, y así se mostró a4uel menos exigente de repcticioues, sin lo cual el Duo de violines que ejecutó con su amigo querido S11nti11go Vengocchea, lo habríamos escuchado segunda vez. Con dos me~es de antelación había org11nizado el Aynnta– miento de Pamplona especiales festejos parn. el dfa 12 de Jnlio, recogiendo afablemente los latidos del pueblo manifestados reiteradamente en la prensa local en el sentido de que termi– nasen las fiestas del 1908 con "e/, dla de Sarasate,,, dedicando á éste los principales festejos de aquella fecha, en la cual ha– bían de ser impnest11s al Soberano del Arte, las insignias de la Gran Ornz de Alfonso X[[ poi· el Ayuntamiento que en nom– bre di:i l pueblo his regfllaba. al agrnciado. El cuarto y último de los conciertos fu é el acvntecimiento más sobresaliente de cuantos recuerda en este orden el pueblo irui"lés: los alrededores del edificio cercados por muchedum– bres innuruernbles, que imposibilitndas de entra 1· en él, se hu– bieron de resignar con acla10ar al Gran hombre del día á su entrndn y á sn salid11; la sala espléndidn. como en la más g rnn– de de las solemnidades¡ la concmrencia i·ebosante hasta en los pasillos y escaleras¡ la ansiedad en todos los rostros¡ la impa-

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