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- 368- comental'io, tanto mh disculpable cuanto que ya este capítulo ha alcnnzado unn extensión desproporcionada . Dice así. el co1Tespons11l de dicha publicación. •Al hablaros ahorn de los conciertos y r eeordnr !ns mnravillus de ejecución de nuestro insigne compMriotn. Snrasat(\ 1 casi esla.ba tentado á poner a esti\ carta el litulo de •Lo nat sob1·e lo ideal-, porque, ciertamente, Sarasate llega en su ejecución como violinis– ta, mils allá de lo imng-int1ble, rayando en lo inverosimil y toc1\ndo casi ya en Jo preternatnrn.l y cli\·ino. De nqul el asombro y entu– siasmo que produce cn lo.o que le o~·en, pareciendo con su strndi– Ynrius como una encarnación extraordinaria y sorprendente del arte, como una mil11gros1\ revelación del poder de 1:1. divinidad, co– mo un nue\·o personaje mitológico, hijo de los dioses y las musas. No necesito deci1· que os presento a.honi. la figura más salien– te de los concier tos. La fama urnndia.I que 6stos ticuen, so debe principalmente {t Samsiüe, cuyo solo nombre llena como violinistl\ el orbe. Figuri\os cómo le recibirá 1)1 público cuando se presenta en el escenario. Lo que no podéis fácilmente imaginaros es la alegria de– linrnte con que. SarnsMc fué recibido este nno por su auditorio mils querido, que es el de Pamplona, su ciudad natal. Crclose perdido el portentoso violinista P••rn el arte. No hacia mucho tiempo que, tocando nnl\ sonn.ta de Bcetboven en el ten.tro ele Darmstndt, so pnso grnvemente enfermo, tU\'O que retirarse A su casa, y, por espacio ele dos meses mortl\les, los médicos le pro– hibieron trabaJar, fumar y beber cerveza. El amor ASamsnte hizo desesperar de su salud y de su vida. . Pero la naturaleza del gran violinista parece que goZ•\ de eter– na juvt?ntud; ayudnda y diri~id1i por la ciencia, salió \"encedora de la enfermedad. Samsate lm podido, por consiguiente, Yenir tam– bi6n este afio á Pamplonn., y, al aparecer en escena como si fuo1·a un resucitado, resonó potente y atronadorn. una tempestad de apli\usos, aclamaciones y vitores interminables. Aquello en1o 1Jl dis– loque de Ja admiración y del carilío..... Sarasate viste con suprema. elegancia.. Anda muy recto y con agilidad. Su continente es sério, su color moreno y sus ojos negros, de profundo y vivo mimr. Su cabellera. romántica acaba -por ca- raeteriz1i.rle. . De lo que os digo del alma de Sarasate deduciréis que la músi– ca mils propia de su genio artístico es la llrica, embellecidn y orna– mcntacta por la descriptiva, ht fl\ntástirn y pintoresca; y de este g6nero de música son las composicioites que mAs toca, todas ellas muy apropósito y de mucho lucimiento para el ,·iolin. Al menos esto ha sucedido este ano eu P.1mplo11n, como os convencl3réis por lns obras que interpretó. Pero, antes, vedle sa!ir á escena con su stradivarius en la 1111\– no y con In gran <:ru?. de Carlos ITC y una pequclla band;i. de con– decoraciones extranjeros en el pecho. Sale con la maj: st;\d de un rey, ¡;ero de un rey cuyo primer amor y cuyo primer saludo son pnM el pueblo, para los que ocupan los asientos del pamiso..... Ante~ de da.r por terminada esta eplstola, qtliero completarla

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