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-360- Como los anteriores y siguientes, la batuta del maesil'o Villa dirigió los cuatro conciertos de este ni'ío, <m todos los cuales tomó parte Sar11sate, ejecutando dentro de programa con orquesta, sus producciones La caza, y la l11h'O<lucción y Ta– mntela; por primera vez la S<!J'enalct 111ela11c6lica 1 de 'fschar– kousky, y el Tango de Arbós, una Romanza en sol (p1·imcra vez) de Beethoven, y la Rapsodia asl11ria11a de Villa (segunda vez); en el segundo, nos dió á conocer, con acompañamiento de orquest.a, (por vez primera), el soberbio Concierto en lá ma– '!Jº!'i de Mozart; los seis tiempos, qne bastmfan pot· sí solos {~ promover admiración y asombro hacia el compositor y el in– térprete, si ya. el mundo entero no hubiese 1tonsagrado el re– nombre de ambos. Fuera de progrnma tocó cuanto quiso él y cuanto qu1s1· mos los oyentes, prodigándose con una superabnndancia y amabilidad inagotables, que aumentaban la razón de aquellns tempestades y desbordamientos de entusiasmos, delirantes ova– ciones que siempre eran correspondidas por el idolatrado hijo p redilecto de Pamplona, cou innumernbles adiciones al pro– g rama, en las cuales fué acompafíado poi· el babilísimo pia11is– ta Don Santos Laspiur. En el segundo de los reseñados concicl'tos, Ja distinguida arpista guipuzcoana S..ta. D.' Pilar )lichelena, deleitó al pí1- blico ejecutnndo varins composiciones, con acompañamiento de orquesta, y recibiendo en testimonio de gratitud de la. con– cun encia, nutridas salvas de aplausos. :1.SC7. Como amenaza de una. desgracia nacional, que tal em rcnlrocnte, la noticia de la grave y repentina enfermedad de que Sarasate se Yi6 acometido en Darmstad, impresionó pl'O· fundamente en Pamplo11:i; los periódicos dieron extraordina– rios números, y la avidez, la ansiedad, los temores, no cesaron l1asta qne nuevas noticios abrieron paso á In esperanza, cua– tro días más tarde de la ala..mante noticia. El 23 de Febrero pudo el enfermo encaminarse á Pads con toda. suerte de p1·ecauciones, y el 24 la prensa local inser– taba en sus columnas el siguiente despacho telegráfico, que l\lr. Guldscbmidt dirigió á D. Alberto Hnnrte y motivó accio· nes de g racias ni 1'odopoderoso, ya que parecfa permitir que– dase aún en este mundo nuestro idolatrado paisano:

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