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- 302-- cos entre el artista y su pueblo amado: corfespondeucia á gra– nel: todo esto const.ituye materia para m1 libro que podría titn– lnrse "Sarnsate y Pamplona,,; todo eso he de encen ar en nn capítulo. P rocuraré no disgustar al lector ~n lo ll1ucho que for– zosfllnente he <le omitir. iS7S- iSS2. L as agitaciones políticns subsiguientes á la terminación de la g uerra civil, felizmente apagada el año 1876 (y qne ·quiera el ciclo sea la última de nqnP,l fas sang rientas luchas que enrojecie– ron la historia pát.ria del siglo XIX) retraían á Don Pabl o Sa– rasate de voh·er á visitar su nativa ciudad: post 111íb1:ta Ji'rebus; y corroborando nna vez más el lntino proverbio, fué renacien– do la calma y serenidad en los espíritus, se inició un· período de paz y prosperidad, actiYidad y trabajo, normalidad y en– cauzamiento, de tal suerte que el afio 1878 se decidió el nó– mada artista á visitar ele nuevo sn cuna; los profesionales de la música le escucharon en reuniones, mejor diríamos familiares que públicas, cambia.ron impresiones sobre el estado del divi– no arte, y con gran entusiasmo acogieron las indica<'.iones y consejos del célebre violinista, ansioso de r eanimar el fu ego sagrado que intestinas discordias habían recluido á la Acade– mia municipal de música. Sobre tal propósito, esbozáronse por Sarasa.te detalles del procedimiento vigorizador á seguir más adelante, en términos tales que al cabo de pocos años Ja pro– yectada entidad musical se pndiera present.ar pujante ante el pt'1blico, como nu nuevo elemento de cultura artístic:i, que sin duela era de absoluta p1·ecisión en la patria de Eslava., A1Tieta., García, Gaztambide, Gnclbenzu, Zabalza., Gayan e, Gorriti, y tantos otros. Al calor de tales y tan ;;edu;;tores pensamieut.os , constituye la Asoc1ACIÓN MUstCAL DE SocoRROS Mú1•uos SANTA CEcH,IA cu– ya primera n.cci6n foé nombra r al inspin1dor de su na.cimien– to, Presidente honorario de la misma, deferencia que estiruó mucho Don Pablo, porque veía dado el primer paso para el renacimiento musical de Pamplona. Poco tiempo después, bajo la dirección de su infatigable primer director Don Joaynín May¡¡, se <lió á conocer del públi– co la nnevn entidad, con una modestin cautivadora y denun– ciante de la valía de sus elementos, exponiendo sus aspiracio– nes con sencillez en. el primer programa de la série de concier– tos de cuaresma del mio 1879; tres fu eron estos, y el público

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