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-2S7- ser; no se concibe á S11n1sate sin su v iolfn: diríase que ha nncido con él . •Profesores de gran valla en este insfrume11to he conocido: ca– da uno de el los tenia su especialidad: los unos se disl ingulo.n por un::i marayiUosa. agilidad; otros por el sentimiento en el cantar; al– gunos por su afinación; muy pocos por el tono arr:i.nc 1Hlo al ins– trumento. •Sarnsate reuue todas estas condiciones el altísimo grado de perfección. Hay algo de ver tiginoso en hi manera rápida y segura con que cjf'cuta los dificilisimos pasos del alleg1·0 y del final del concierto de llfendelssohn, pieu1. que be oído i ntel'pretar al ya di– funto Vicniawsky, que era u11 profesor emi nente: l:i verd~l.d es que el violinb;ta á quien me reficco, 2i bien ej ecutaba Jos pasos de agi· Jidad con rapidez extraordinaria, me dejó algo que desear en cuan– to á afinación perfecta. •Sat'asate ell este punto es u11a verdadera maravilla, lo mismo en las notas graves y medias, como en las sobreagudas del instru– mento. •Por muy delicado que sea el oído de los que le escuchan; por intensa que sea la atención qne se fije en el ej ecutante, no se nota l<\ más ligera separación de la tonalidad . Las uotas son puras, claras, precisas, sin vacilaciones de ningún género. • Potencia de arco que nadie iguala, es otra de las cualidades de Sarasatc; y cuando cantt\ en el violín una frase delieada y sen– t ida, diríase que 1\quel arco no es el mismo que hiere las cuerdas en un paso de brarnra. Rugidos de fiem cu este último caso; dulces acentos ele amor en el primero. «Es un encanto oít· aquellos sonidos lan vagos, tau fantí1sticos, cerniéndose en u11<\ atmósfera impreg11;1dt\ de melanco!ia, de sus •Aii'es bohemios.• •Las briSllS de los montes Cnr pathos movien'do perezosamente las nieblas espesas de los híuncc\os valles bohemios, llevan eu sus alas las sel!tidas y melnncól icas melodías populares: par1.t inter– pretarlas como deben ser interpr eta,das, es pr eciso un 81.trasate. •Hemos a.bandonado l:i. región bor eal, asiento de la melancolla, con sus bosques oscuros, tristes, y sus valles cubiertos de nieblas. Rétenos de repente bajo el sol ardiente de los trópi::os; al acompa– St\do y corto,~digAmoslo así,-canto del Norte, sucede el caliente y sensitivo de In tierrn de la luz y del calor. Sarasate no es ya el que con sns cantos bohemios l lena nuestni. alma de emociones de un or den contempl:i.li 1·0. Sitrt\sate se transforma, como se h:i. trnns– formndo el r:nr¡\cter de la mú~ica que f'j ecnta. EL1 los Aires bohemios había mucho de ossii1.11ic.o- 11.dmi rnble– mente interpretado. •En Jos Tangos babaneros hay lo qne pudiera 11:.unarse erotii;mo elevado al último grado. «En aquellos, lns melodías pMan :\ través de oscuros y rnquiti– cos abetos, gimiendo tristezt1s, sollozando melnncolia.s; en estos se deslizan !os cantos por entre hls 1111\llas de hi h1imacn., y los altos ftám 11 los de esbeltas pal meras, csp1irci<::ndo por una caliginoso. at– mósfera, t;idos Jos perfumes adormecedor es y deleitables de un pa– raíso mahometano.

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