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-280- --Don Pablo, no se asuste, pero levántese en el acto. -¿Qué pasa?-interrogó Don Pablo. -Fuego en esta casa-replic.ó vivamente lbargnren. Sarasate saltó del lecho como un acróbata, a.garró fuerte– mente de un brazo á Ibarguren y le dijo:-Coja V. mis violi– nes y váyase como un rayo á la calle. -Ahora mismo-contestó el amigo Clemente-pero voy á ponerme los pantalones. -Va.ya V. á Ja calle con mis violines, aunque sea en cue– ros-ordenó violento y furioso Sarasate. Y casi en camisa hubo de cumplir el colega la terminante órden, mientras Sarasate se calzaba y vestía á Ja carrera, para poner en salvo su persona. Afortunadamente pasó pronto, y sin graves consécuencias para los dos artistas, el incidente que tnn sólo he reseñado pa– ra dar, una vez más, idea de la preocupación que á Don Pa– blo embargaba siempre poi· sus violines. Se repitieron las sesiones de primavera en l 895, con tres audiciones el 24 y 31 de Marzo y el 7 de Abril, en las que ejecutó bajo programa, entre otra.os obras, los Conciel'fos de Beet– hoven y l\Iendelssohn, el "Rondó capl'ichoso,, de Saint-Saens, el "Cap1·icl10,, de Guiraud y la "Suite,, de Raff. El mismo año se celebraron en el Gran Casino o!ras dos veladas musicales, con la cooperación de la orquesta y acom– pañamiento de Mr. Goldschmidt, el 1 y 2 de Julio, viniendo de allí á Pamplona. El día 19 del mismo mes en el Teatro Circo se celebró otro concierto con la coope1·ación de Mdme. Berta Marx; y el 24 del mes siguiente tuvo lugar en los salones de Mira.mar, an– te S. M. la Reina. Regente D: María Cristina, una magnífica velada con la colaboración del matrimonio Goldschruidt, el cual regaló á S.M. el magnífico piano Bechtein qu'e habían utilizado en la velada de referencia; S. M. conespondió á esa generosidad, con regalos verdaderamente régios por su magnifi– cencia y esplendidez. Seis días anten había tocado con la orquesta del Gran Ca– sino en una función de gala celebrada en el Salón de espectá– culos de la rica Sociedad easonense, terminando con estas, sus audiciones en Espa.í'ía por aquel año. Testimonio de sus aficiones inta.ntiles, en las que se reve– laba su inocente manera de ser y de divertirse, es el sencillísi– mo episodio que voy á exponer. El año 1895 se hospedaban SMasate é I barguren en el entresuelo de una. casa del paseo de la Zurriola: el primero dormía siempre á gran placer y con
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