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-6- allá con nombre distinto del que usn.ba babitun.lmente; y por fin hallamos en la partida de bautismo, una nota marginal en la que aparece antepuesto con fecha 11 de Julio de 1878 (fecha en la que se encontraba entre nosotros el intere11ado) antepuesto- repito-el nombre de Pablo AJos de Martio Melitón, siendo ICI más lógico de– ducir que Sarasa.te, en previsión de complicaciones legales que al– gún dla podrlao surgirá consecuencit\ de su cambio de nombre, quiso dará esa alteración valor legal, para Jo cual debieron preced01· otras formalidades, á juzgar por la expresión de la indi– cada notamarginal; eo resumen que es absurdo el creer que aque– lla correspondencia estA fielmente copiada en esa parte; y para que el error no se atribuya al autor de este libro, debo declarar que Jos origin.iles de la misma no los he visto Apesar de mis inten– tos, sino que los be tomado de un folleto ligerillo, anónimo, impreso en Pamplona el ano 1878, titulado •Noticia& biogrdficas del pYime1· periodo de la vida al'tística de D. I'ablo Sarasate1>, folleto al que en todo caso me remito y que por respeto debido Asu autora, (pariente muy próxima del biografiado) no debo rebatir, dejando -eso sl-A responsabilidad de In misma, la exactitud de aquel ex– tremo y deplorando baya omitido en tales citas, da.tos tan intere– santes como son las fechas respectivas. Era ya un venerable sexagenario su padre cuando me refirió que su hijo conoció los signos musicales antes que las letras del al– fabeto, y por tanto apreudió á leer antes ene! pentagrnm11., que en Jos libros de l.ª enselianza. Y ¿cómo nsl?-Pregunté entonces AD. Miguel-En casa ola. música con frecuencia-me replicó-y tanto le cautivaba, que dejando sus juegos infantiles á los que nunca otorgó predilección, me pedia. con ca.ricias encl\nladoras que ejecu– tara algún·trozo musical. Ante este hecho, muchas veces repetido en edad muy templ'I\•. na, la cual no podla ya determinar el viejecito, hubo éste de parnr atención y sospechar que •el nifio se traia algo musical• en la lin – da cabeci1a que el padre besuqueaba entusiasmado; y con esa €8- peranza, dió él mismo comienzo á la enselianza de los r udimentos del solfeo, quedando asombrados E:n familia de Ja facilidad con que el nifio se asimilaba las lecciones, de lll afinación con que· emitla las notas, de la precisión con que media el tiempo como el más per– fecto metrónomo, de todos los detalles en fin que conslitulan la lección diaria. Los aprendizajes del solfeo se desliznron ~on rapidez y perfec– ción tales, que se impuso muy pronto la necel!idad de dnr aplica– ción á los conocimientos adquiridos, inicinndo al nifio en el manejo de un instrumento musical. La predilección del nil\o hácia el vio– lín se habla hecho de antemano manifiesta, y aunque la causa de tal iniciativa serA siempre un secreto, es probable que nos ·acer– quemos á su esclarecimiento, si suponemos que obedeció á predes– tinación, ó Acostumbre de oir tocar ese instrumento por el autor de sus días en el hogar paterno. Y como al acceder á los deseos del discípulo aventajado, el pa– dre podla continuar siendo á la ''ez el maestro, se adoptó el violin, y podemos lógica.mente suponer que ningún despertar del dli\ de Reyes ha sido para otro nillo tau venturoso, como aquel en que
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