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-269 - más su talento éhizo prodigios de ejecución. El púhlicolahizosalir infinidad de veces ~n1re bravos y aplausos interminables.• Saltemos al último concierto y hallaremos al pllblico fanl\– tizado por la invencible pianista Berta Marx, con las Variacio– nes de Mozart., el Scl1erzo de Mendelssohn y la S"i1gunda Rapso– dia de Listz, obras en las que hizo p1·odig ios de ejecnción y derroche de gusto esqnisito. En cuanto á 8arasnte, rayó ú g ran altura, como su compa– liera Berta Marx, en la ~·f1ile de Raff, y alcanzó si cabe aun más perfección en el lio11d6 y Duo co11cerla!1te, <le Schnbert. La re · sefla. de esta solemnidnd musical q ne hnce "LA. Voz de Galicia ,, acalrn. de esta mnnern: •Nos hizo oir también, tocándolas como él solo sabe hacerlo, cun.tro obras suyas: El emito del ruisei!or, una Romanza muy linda , una .Jota, y por último, accediendo galantementeAnuestrosdcseos, sus hermosos Afrts bohemios, por lo que le enviamos desde aqu! el testimonio do nuestro agradecimiento. Al terminar el programa, el público demostró al ilustre pam– plonés por medio de una série interminable de llamadas ú escena, entre brnvos y aplausos, cúanta es In ndmirnción que hacia ól siente este pueblo, que seguramente desea cual nosotros tener In dichti de vol\·e1· á otrle pronto. Uu nplauso merece también el dis– tinguido pianista Sr. Otto Goldschmidt, que asl en este concierto como en los anteriores, ncompalló discrelisimamente al Sr. Snrn– sa te.• A este concierto 11cudiel'On los alumnos de la escuela po– pulnr g r11tníta ele c iegos, dirigida por el ,•irtnoso é ilustrado sacerdote Sr. Salgado, al cual Sarnsate remitió de regalo las entradas necesnrias, con un donativo de cien pesetas parn la benéfica institución. Los entusiasmos que volvió á despertar la 1ll11ilíeim casi á diario ejecut~da ante el p(1blico coruliés en aquellos días, die– ron lugar despues á nn precioso artículo de Don Antonio Cos– tón; d e ese trabajo Jiteral'io, transcl'ibo la parte siguiente: "Pues, ¿y donde dejamos la M11i1'Teirn? Yo no tengo el ho- 11or de ser gallego; pero declal'o sinceramente que la M1tiñeim hubo de cansarme siempre una C'moci611 pl'ofondísima. Yo se la he oido á Sarnsate 1 110 solo en Maclriu, si110 también en la misma Coruña, y puedo asegura!' que nunca he presenciado una ovación tan imponente. Cuando después <le hnber oido Ja Muiíieira en Galicia, se la volví á escuchar en la Corte, vino á mi memoria la. ~zagala l'Üsticn que, sentada scbre la piedra del lar humilde, ó cargan– do en sus tornidos l1ombros el saco l'epleto de centeno y maíz,

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