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-262- Del segundo de los conciertos dijo "Ln Voz de Galicin,, lo que sigue: •Paro. dar cuenta de la impresión ye: entusiasmo producidos por el más que eminente t\t'tisrnSarasate en el conciertoque dióanochc en nuestro coliseo, npenns si se enconrrarAn en nuestro idioma., con ser tan rico, conceptos y palabras. Lo más prodigioso, lo mfls admirable, lo más divino en la esfe– ra del arte, es aquello que Sarasate produce con el arco y las cuer– das de su violín. . . . . . . . . . .. O!rle y prorrumpir en aplausos es todo uno, porque su violin no es violln, sino un perfecto conjunto orquestal que suena maravillo– samente en 11uest1·os ofdos. . . . . . . ·. . haciendo en fin prodigios tales que no hay modio de dar idea de ellos. . . El público que llenaba todas las localidades del Teatro, tributó á Snrasnte una ovación tan grande como merecida; aquello fuó un delirio del que nadie se1·A capaz de dar idea solo con palabras.• En la noche del 13 fué obsequi~do con una bi·iltante sere– nata organizada por sus admiradores y amigos; el públicoocu– pó en compacta muchedumbre todas lns avenidas del Hotel de J~uropn, y le obligó, con sus incesantes aclnmaciones ít sa lir innumerables vece11 al balcón. desde donde saludaba emocio– nado y agradecido á las incesantes manifestaciones de c11riíio de nquel pueb.Io, en el cual no escaseaban ciertamente, ·:quiimes .recordasen que en aquel mismo parnge estuvo situada la cas<\ en que Sarasate recibiera diariamente su lección de violín an– tes <le cumplir los 10 aíios; y que no pocas veces el niño vio– linista fué allí mismo aplnudido al salir de sus habituales ta– rens, marchando en pos de él sus primeros admirndores, que muchns veces le hicieron asomar~e al balcón de sn domicilio acompañado de sus padres, y alg(m dfa le escucharon tocar su violín juguete desde ese mismo lugar. En el 3. 0 ejecutó bajo programa la Balada y Polonesa de Vieuxtemps, el C'a11fo del Ruiseñor y la 'D·a11scrizxi6n del Noclur- 110, suyas estas dos t'iltin:as obras, acompnñánd0le al piano, con su singular maestría el simpático Secretario Mr. Goldsch– midt Para evit.11rme repeticiones, ruego al lector vea lo que digo 1m el Cl\pÍtulo titulado "Sus composiciones musicales,,, parte cuarta de este libro, al ocupnrme de la obra número 32 Mttñeirn. Y no necesitaré agregar que aquella maravillosa obrn vol– vió á esr.ucharse en el cuarto concierto y en el quinto, y segui– ría repitiéndose si Sarasate continuara en Galicia: tal fué el entusinsmo que prodnjo; y 1·ecuerdo fijo conservo, de que la

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